Dirigentes discutiendo por pésimos arbitrajes

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Que no nos vuelvan a nombrar ese árbitro. Nos ha perjudicado otras veces y lo tenemos grabado. Por su propia seguridad... que no nos pite.

—Pues qué raro, porque ese mismo señor la vez pasada los favoreció a ustedes. ¿Eso no está en ese video? ¡Qué conveniente, ah!

—¡Ajá! Entonces, que aquel otro señor, el canoso, nunca jamás nos dirija un partido, porque nos robó cuando pitó un penal que no vio y nos dejó con 10 por una falta que le sopló un ciego.

—No, no, no, no, no, no. Qué fácil tener esa memoria selectiva. ¿No se acuerda del partido anterior a ese, cuando les regalaron dos goles en fuera de juego? ¡Así qué fácil!

—¿Memoria selectiva yo? ¡Qué cáscara! ¿Por qué no se refiere a las finales que nos robaron, la del gol legítimo invalidado nadie sabe por qué, y la del penal dos metros fuera del área? ¡Dos metros fuera del área!

—¿Y usted de qué se ríe, señor? Claro, está calladito y sonriente, porque a su equipo nunca le han robado una final. Por el contrario, han ganado con goles en offside y otros anotados después de acomodarse la bola con la mano. ¡Sí, usted, no se haga! ¿De qué te reís?

—Bueno, señores, ya basta. Todos hemos sido perjudicados y favorecidos en algún momento...

—¡Qué dicha que reconoce que les regalaron una semifinal! Pero bien que lo vi brincando de alegría con ese gol que les obsequiaron, ¡esa bola nunca entró!...

—¡No me interrumpa! Ya cansa, de verdad que usted ya cansa con esa altanería. A nosotros también nos han invalidado anotaciones increíbles, despojado de penales evidentes y otras atrocidades, pero igual seguimos ganando campeonatos sin llorar sobre la leche derramada.

—Uy, sí, ¿cómo no? Pero bueno, ¿qué?, ¿nos van a aceptar el veto de ese árbitro sí o no?

—Ok, pero yo pido que no me nombren este. Todas las jugadas dudosas las pita en contra.

—Diay, si es una lista al Niño, yo veto a estos dos.

—Listo. Yo tampoco quiero a estos otros.

—De acuerdo. Nosotros los equipos pequeños nos oponemos a esos árbitros también... Y a todos los demás, a todos, todos, porque siempre tienden a equivocarse a favor de ustedes cuatro.

Y se hizo el silencio...