Después del vía crucis, el portero Alfonso Quesada empieza a ver la luz

Tras su salida de la Liga, el arquero pasó tragos tan amargos que pensó en buscar otro trabajo. Hoy recupera la confianza y la regularidad en Palmares

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Después de cuatro luxaciones, tres operaciones, dos implantes de tornillos en el hombro, algunos problemas con su peso a causa de la tiroides y un paso más turbulento de lo que esperaba por San Carlos, el guardavallas Alfonso Quesada percibe la vida muy distinto.

Pasó de la estabilidad de Alajuelense, con salarios al día y todas las condiciones futbolísticas, a quedarse sin trabajo por casi tres meses. La necesidad lo llevó a Palmares en la Liga de Ascenso, un paso que se alegra de haber dado. Alfonso descubrió que las personas que están en las maduras no necesariamente aparecen en las malas.

Y ahí fue cuando entendió que debía empezar de cero, recuperar el tiempo perdido y alcanzar el ritmo de juego que tanto añoraba, después de ser suplente con los erizos y los norteños.

“Después de casi cuatro meses sin trabajo y sin ingresos, me deprimí, pero ahí está mi familia. Es algo muy feo que uno no piensa vivir. Soy una persona que lucha. Estoy agradecido con Palmares porque volví a sentir esa ilusión de jugar”, contó Quesada.

Considerado por muchos el arquero del futuro de Alajuelense, hoy Alfonso retoma el camino paso a paso, como guardavallas titular de Palmares, que hoy lucha por alcanzar el boleto a la Primera.

Poco después de incorporarse al equipo, asumió la titularidad y no la soltó. Ya no le duele el hombro y tampoco tiene el mismo peso que cuando llegó al plantel; ha bajado siete kilos y se ganó la confianza del mismo entrenador que lo llevó a la escuadra norteña, Geiner Segura.

En medio de la angustia que sintió al quedarse sin nada de un día para otro, reflexionó sobre todos los cambios que debía hacer en su vida para volver a la división de honor.

Con la ayuda financiera de sus tíos, Erick y Elisa, los mismos que le dieron casa cuando hacía sus primeros pasos en fuerzas básicas, hoy Alfonso se mira cada vez más cerca de su regreso al fútbol profesional.

Dura lucha. No es sencillo, pasó de recibir un buen salario en la Liga, a percibir una ayuda en Palmares, en donde más allá de lo económico, lo hicieron sentirse con confianza y recuperarla al mismo tiempo. La comunidad lo abraza y lo ayuda con lo que puede.

Cuando dejó Alajuelense para firmar con San Carlos, lo hizo para adquirir ritmo tras muchos años como relevo. No lo consiguió, algunos roces con el técnico Leonardo Moreira lo llevaron nuevamente al banco. No era lo que quería, pero ya lo dejó atrás.

“Cuando me quedé sin nada, me pasaron muchas cosas por la cabeza. Hasta buscar trabajo en otra cosa. Pero el fútbol es lo que me gusta y tengo esa espinita de demostrar. Estuve en un equipo grande y sé que puedo volver. Ya uno es maduro (tiene 29 años) y tiene más experiencia para no cometer los mismos errores del pasado”, agregó.

Dejar la Primera División también significa perder los patrocinios. Una marca le daba los guantes y los tacos para jugar y entrenar, pero el día en que bajó de categoría se quedó sin nada. Es Patrick Pemberton quien constantemente lo llama y le ofrece la indumentaria.

Alfonso mira al hoy arquero titular de la Liga como uno de sus amigos más cercanos. En la adversidad, es quien le ha dado la mano. Hablan constantemente, le pregunta cómo está y lo ayuda con lo que puede. Nunca le han faltado buenos guantes.

Sí hay algo de lo que más se arrepiente Alfonso de su pasado, es de no haber estudiado una carrera universitaria, cuando la Liga le ofrecía todas las condiciones para hacerlo.

Hoy está entre sus prioridades cuando vuelva a tener una oportunidad en Primera y retome la estabilidad económica.

Antes de llegar a Palmares, dos clubes se acercaron a negociar con él, pero al final se cerraron las opciones y se quedó sin ninguna alternativa.

Con menos kilos y más minutos en la cancha, el cancerbero espera recibir un nuevo chance.

En Palmares retomó esas ganas de jugar que tanto necesitaba, después de muchos torneos en el banquillo. Está convencido de que todavía le queda cuerda. Ahora aspira a lo más alto.

"Cuando se está arriba todo es lindo. Ahora uno valora más todo. Yo quiero una oportunidad más y para eso estoy trabajando", concluyó Quesada.