Copa Oro (Parte III): Dígale “Costa Pobre” y sacará la casta

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El favoritismo de Costa Rica para la Copa Oro mermó debido al bajón de la mayoría de sus legionarios. Pero, lejos de desfavorecerle, ahora es cuando la tricolor se vuelve más peligrosa.

Costa Rica nunca juega peor que cuando se siente favorita. Ejemplos hay muchos. Uno de los memorables, la Copa Oro 1991, cuando, después de brillar como la gran revelación del Mundial Italia 90, hizo papelón de papelones, ridículo demencial, al perder consecutivamente cuatro partidos, ante Estados Unidos, Trinidad y Tobago, Honduras y México, prólogo de dos eliminaciones en fila hacia mundiales mayores (Estados Unidos 94 y Francia 98).

El recuerdo más reciente y doloroso: la hexagonal camino a Sudáfrica 2010, cuando, después de una primera vuelta de ensueño (12 puntos de 15 posibles), la selección se sintió "la mamá de los tomates" y terminó roja como tales -¡de vergüenza!-, eliminada tras una segunda vuelta de rubor y pesadilla.

En cambio, cuando dijeron que Costa Rica necesitaría dos aviones para volver de Italia 90, uno para la delegación y otro para traerse los goles que le meterían Escocia, Brasil y Suecia, ¡clasificó a segunda ronda!

Y el recuerdo más reciente y grato: el Mundial Brasil 2014, cuando la llamaron "Costa Pobre", acicate para dejar tendidos a Uruguay, Italia e Inglaterra en el llamado "Grupo de la Muerte", en el que la guadaña la portó Costa Rica, y que luego sirvió para batir a Grecia por penales y terminar octava del orbe tras sucumbir en ruleta rusa ante la Naranja Mecánica, Holanda. ¡Epico!

Entonces, la caída de la credencial de favorita le puede sentar de maravillas a la "Sele". En el torneo de Concacaf, los legionarios venidos a menos se emplearán a fondo para demostrarles a clubes, cazadores de talentos y, lo más importante, a sí mismos, su valía.

La vitrina es buena para todos, legionarios y valores del ámbito local, quienes, como Elías Aguilar y Johan Venegas, bregarán por ganarse su lugar y usar a la selección como trampolín hacia el Viejo Continente.

Lo cierto es que, hoy por hoy, Costa Rica ya no es tan favorita como hace seis meses. Y quizás eso le favorezca. Empero, para que las mejores posibilidades de la tricolor se materialicen, es necesario que el DT, Paulo César Wanchope, vuelva sobre sus pasos y emplee un sistema más parecido al de Brasil 2014, ordenado en zaga, con énfasis defensivo contra ciertos rivales, pero capaz de administrar el balón y cambiar de ritmo cuando se abran las rutas del contraataque. Luego, poco a poco, de manera gradual y dosificada, puede ir imprimiéndole su propio sello a la Tricolor, el que él quiere: más goleador, pero sin perder la solidez en zaga.

Por lo mismo, debería desechar las pruebas masivas de novatos, máxime en juegos oficiales o contra potencias, porque se arriesga prestigio y se pierde, además de los partidos, confianza. Hoy mismo, contra España, hay una prueba de fuego. ¡Sí se puede!