“¡Cartago campeón!”: Un grito de vivos y muertos

Lo del Club Sport Cartaginés es más que una proeza histórica. Es el reencuentro de generaciones en una noche mágica, en donde el espíritu de los que no están se sentó en las butacas.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Lo del Club Sport Cartaginés es más que una proeza histórica y un ajuste de cuentas con todos los fantasmas, muñecos, duendes, espantos y “cartagadas” aparecidos en el penoso camino de 81 años.

Es el reencuentro de generaciones en una noche mágica, en donde el espíritu de los que no están se sentó en las butacas, frente a los televisores, o congregado en las ruinas de su ciudad, junto a los de cuerpo presente, para atestiguar el milagro tan largamente esperado.

Alucinaron los viejitos desde la intimidad de sus casas, al tic tac de sus últimos años, agradecidos por esa alegría que habían ya descartado de su cofre de vivencias. Compartieron con los familiares idos, y disfrutaron la noche con hijos y nietos, todos herederos de un mito que se negó a morir por ocho décadas infernales.

Sin necesidad de psíquicos o espiritistas, aparecieron en toda la vieja ciudad los hombres y mujeres que se fueron penando por su Cartaginés amado, secuestrado por la leyenda maldita, nacida incluso antes que ellos y ellas.

El espíritu de tantas generaciones empujó la pelota que cabeceó Arturo Campos e impactó al muñeco contra las cuerdas, destrozando para siempre la leyenda de lo imposible. Lloraron vivos y muertos, se abrazaron los recuerdos, brindaron las ánimas con su descendencia y todos entonaron el eternamente esperado ¡Cartago campeón!

Desde entonces, la ciudad azul fue desalojada de espantos y mitos, y ocupada por hombres leyenda, a la cabeza de Leonardo Vargas Monge, el arquitecto que construyó este sueño que hoy no deja dormir a la nueva capital del futbol.

Dos humildes entrenadores, Geiner Segura y Mauricio Wright, serán desde ahora los protagonistas de la nueva historia, en un club que se negó a morir sepultado por el peso de sus infortunios.

El Club Sport Cartaginés nos recuerda que los sueños son posibles, mientras haya un puñado de hombres y mujeres avivando el fuego desde el escenario. Que el futbol no sobrevive por los dirigentes, los que pretenden convertirlo en un simple negocio, o quienes intentan llenar sus vitrinas a punta de billetes.

El equipo de la Vieja Metrópoli nos recuerda, en cambio, que el futbol es de su gente, la que llena el estadio a pesar de 80 años sin títulos, la que se niega a abandonarlo, quienes lo rescatan cuando viaja a segunda división, los que no renuncian a soñar o heredan los sueños de generación en generación, para que un día un hijo, un nieto o un bisnieto pueda gritar: ¡Cartago campeón!