Opinión: La noche en la que Francia nunca encontró su 'momó'

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"Qué mala es la gente", dijo mi amigo francés que estaba a mi lado en el Stade de France mientras miraba molesto como el público de Francia celebraba que Cristiano Ronaldo abandonaba el campo.

Y es que todavía se puede encontrar "gente buena gente" como este amigo que me invitó a la final.

Mi amigo se llama Michel, como Platini, y hasta se parecen; nariz grande, cabello largo y desordenado y apasionados por el fútbol.

Hasta aquí yo seguía pensando que Michel era como un ángel. "Qué buena persona traerme a ver éste partido", decía yo, mientras observaba que la arquitectura del estadio parisino tenía un aire a la del Santiago Bernabéu.

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Me sentía como en una película de comedia romántica donde todo es color de rosa, hasta que Michel puso aquel perrito caliente en mis manos. Y aprendí que el único lugar en París donde se come mal es en el Stade de France.

Después de comerme ese pan enorme con algo adentro de sabor extraño y apariencia de salchicha, yo no sabía si lo peor era tener que hacer el papel de que yo apoyaba a la selección francesa para agradar a Michel, o pensar que faltaba mucho para llegar a casa y tomar un antiácido.

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Decidí concentrarme en las acciones, y como entrenadora de fútbol que soy analizar los detalles técnico-tácticos de un partido que Francia jugaba a un "quiero y no puedo" y Portugal haciéndose matón.

Y mientras el tiempo transcurría yo me inclinaba más hacia Portugal, el más chico pero; ¡qué valiente!.

Es el "momó" gritó Michel en francés, es decir, "es el momento" en español, en una acción clara opción de gol para Francia.

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A estas alturas y al ver la tensión de los franceses decidí esforzarme más en mi actuación de aficionada francesa.

Y no es que quisiera engañar a Michel, sino que desde que empezó el día yo no sabía a quien apoyar.

Escoger a una selección no es fácil porque tienes que buscar sentimientos que te identifiquen con un país, y después de nacer en Costa Rica, vivir en España, Argentina, Inglaterra y actualmente en Francia uno no sabe si todavía necesita la salsa Lizano en la maleta o mejor un jamón serrano.

Hay que ver la cantidad de cosas buenas y malas que se puede uno encontrar en una Final de la Eurocopa.

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!Hasta dos alemanes con cara de buenos! uno piensa que aquello no existe después de observar los rostros de la canciller Ángela Merkel y del entrenador de la selección de Alemania Joachim Low.

Eran dos alemanes que habían comprado sus entradas desde hacía mucho tiempo, pues esperaban ver a Alemania en la final, y tan relajados estaban que les compartí mis secretos para aprender el idioma francés.

Mientras tanto el silencio de Michel era cada vez más escandaloso y cuando llegó el final del partido yo deseaba que mi pobre amigo cambiara su cara, o al menos su ropa pues llevaba pantalones rojos y camisa azul con el gallito francés en el pecho.

Fue la noche en la que no hubo ningún buen momó para Francia.