Opinión: George Best: el ángel negro del fútbol

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Le decían “el quinto Beatle”. Lo tenía todo: apostura, dinero, talento, y fue durante los sesenta la máxima estrella del Manchester United. Un fenómeno de sobredotación futbolística. El tipo de delantero que cuando quería, se bailaba a tres rivales y anotaba un gol. Pelé dijo de él: “No hay duda de que Best es, en efecto, the best”. No brilló nunca en copas mundiales por la simple razón de que era irlandés, e Irlanda no clasificó a ningún mundial durante sus años dorados. Pero Best era un ser atormentado por subterráneos demonios. Alcohólico perdido, fumador, mujeriego, bohemio, disoluto, y habitado por la sombra de la autodestrucción. He aquí algunas de sus frases célebres.

“Un día tomé la irrevocable decisión de no volver jamás a consumir guaro ni frecuentar prostitutas… fueron los 20 minutos más aburridos de mi vida”.

“Despilfarré la mitad de mi fortuna en alcohol y mujeres. ¿Qué hice con la otra mitad? La desperdicié”.

“Un día compré una linda casita junto al mar. De camino a la casita había una taberna. Jamás llegué a conocer mi casita”.

“Los tabloides pretenden que yo me habría acostado con 12 miss Universo. ¡Qué calumnia, qué ignominia: solo fueron diez!”.

“Beckham no dribla, no gambetea, no construye juego, no hace goles, no cabecea, no se desmarca, no mete balones en profundidad, no pone asistencias, no recupera pelotas, no le pega de zurda, no tiene velocidad, no posee liderazgo, no dispara de larga distancia, no llega al cierre, no disputa balones divididos… aparte de eso es muy bueno”.

“A la pregunta, ¿qué prefiere usted: anotar un gol de antología o hacer el amor con una reina de belleza?, puedo contestar: he hecho ambas cosas, así que no tengo que escoger”.

Pese a sus ocurrencias y alardeos, Best era un hombre profundamente infeliz. Bendecido por un trasplante de hígado cuando la cirrosis lo llevó al borde de la muerte, persistió en seguir bebiendo hasta destruir la nueva víscera que le habían implantado, y que otro ser humano hubiera podido aprovechar, honrando con ello la vida. Murió en la miseria, irreconocible y cadaveroso, mostrando una pancarta que rezaba: “No tome alcohol, no muera como yo”. Best: el antimodelo, el cortejador de la muerte, el alma enferma e irredenta.