Estados Unidos suma su quinto galardón de Copa Oro

En una final cerrada, bastó hallar un claro para hundir la daga en instantes cruciales

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Hay jerarquías que se manifiestan más allá de un once estelar.

Estados Unidos se adjudicó ayer la Copa Oro con un equipo alternativo que no hizo más que ratificar la supremacía que el elenco de Jurgen Klinsmann ejerce, hoy por hoy, en Concacaf.

Panamá fue la sexta víctima del certamen.

Al equipo canalero le quedó corto el perfil de finalista, pues aunque no resultó goleado, sí fue incapaz de inquietar, al menos en una ocasión, al guardameta Nick Rimando.

Con un total de 20 anotaciones conseguidas en sus seis victorias al hilo en la Copa Oro, las barras y las estrellas volvieron a flamear en la duodécima edición de este torneo que se disputa cada dos años, desde 1991, en la gran nación del norte.

Al alzar el quinto cetro, los estadounidenses quedan a solo un título de los seis que ha gestado México, venido a menos en esta edición.

Shea, el verdugo. Y si, como ya escribimos líneas arriba, hay jerarquías que se manifiestan. También hay verdugos que repiten y se complacen en activar la guadaña en los instantes cruciales y decisivos de estas historias de 90 minutos.

¿Se acuerdan de Brek Shea? Fue el mismo que liquidó a Costa Rica en el epílogo de un duelo en el que los ticos pugnaban por anotar.

En aquel partido, tras el trallazo de Carlos Johnson en el metal del arco, nuestros rivales urdieron un contragolpe tildado de maestría. Donovan centró desde la derecha y Brek Shea, quien recién había ingresado de cambio, sacudió los cordeles. ¡Hasta el fondo!

Ayer hizo lo mismo. Tenía solo un minuto de circular por el terreno, tras relevar a Joe Corona (68’).

Alejandro Bedoya avanzó por el carril derecho. Lanzó un centro rasante y cruzado que apenas tocó el taco de Landon Donovan. Casi sobre la raya de sentencia, el verdugo Shea estuvo ahí, para herir y dirigir hacia los cordeles la sentencia ( 69’.

El libreto de Dely Valdés. Con solo saltar a la gramilla del Soldier Field como finalista en la tierra de los vientos, Panamá ya sumaba méritos indisputables e indiscutibles.

Dígase lo que se diga, el representativo canalero no aparecía como favorito en las listas de las apuestas.

Tampoco en el cálculo de los expertos. Tenía, por tanto, todo para ganar y nada, o casi nada, por perder en la última jornada.

No se comprende entonces por qué, a la hora de la verdad, el libreto del avezado Julio César Dely Valdés prescindió de hilos de pólvora indispensables para inquietar al menos a los gendarmes estadounidenses en las cercanías de la meta.

El guion de Valdés ni siquiera había privilegiado el contragolpe como un arma potencial.

Con la prioridad de ejercer el pressing en la mitad de la cancha, Valdés designó solo a Alberto Quintero como su dispositivo de pique, picardía y eventual travesura.

Sin embargo, los norteamericanos lo controlaron. Así, Jurgen Klinsmann pudo observar con tranquilidad desde su palco (castigado por una fecha), la forma en la que Andreas Herzog, su asistente, aplicaba el dibujo táctico diseñado por el timonel estelar.