El mar guio la voluntad de un atleta que no ve

Joven de 19 años culminó su primera Sol y Arena con ayuda de su padre

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Puntarenas. Sentado junto a su madre, Marielos Fallas, con un bastón metálico al lado, Jean Marco Castro esperaba pacientemente la hora de la salida.

Eran apenas las 2:30 p. m. y faltaban dos horas y media para que empezara la prueba, pero las ansias le rebotaban por todas partes: iba a correr su primera Clásica Sol y Arena.

Quizás en la agenda de muchos, una Sol y Arena no sea tan importante, mas para este estudiante de Economía de la Universidad Nacional (UNA) significa mucho, pues desde hace seis años tiene la discapacidad llamada baja visión (solo percibe formas con el ojo derecho).

Junto a su padre, Marco Tulio Castro, este muchacho de Aserrí, de 19 años, hizo a un lado el bastón, se enlazó a su papá con una pequeña banda sintética y atravesó, como 10.000 corredores más, los 9,8 kilómetros de la extenuante ruta.

“Vengo muerto, pero gracias a Dios llegué. Salí cinco minutos antes que los élite, así que en cierto momento escuchaba un helicóptero a la par el mar, y atrás, los élite como un sunami; fue indescriptible. Terminar esta carrera es algo que no puedo creer”, dijo Jean Marco con poco aliento y muchos abrazos.

“Dios fue a la par mía, rompiéndose las piernas en la arena; Él me llevó”, añadió.

Ubicado unos metros después de la meta, este particular corredor sentía la llegada de miles y miles que finalizaban contentos, pero agotados.

Uno de ellos fue Raúl Jiménez. “Me sentí bien, pero estuvo duro. Esta es mi tercera Sol y Arena y hoy (ayer) estuvo muy brava porque la arena estaba muy suelta, el mar estuvo muy encima, no había espacio y no se podía avanzar rápido”, dijo.

Casi sin poder hablar, pero satisfecha, acabó Priscilla Orozco, para quien “fue duro”.

“Es mi primera vez y me voy muy contenta. Me fue como esperaba, aunque la sentí bastante difícil”, indicó la atleta, quien vive en Cot de Cartago.

Otra que estaba feliz era Maritza Rojas, de Montes de Oca.

“Estuvo un poco fuerte porque la arena estaba muy suelta y había poco espacio ya que la marea estaba alta. Es mi segunda vez en esta competencia y me fue mejor que en la pasada ocasión”, resaltó la atleta.

Poco a poco, los corredores fueron llegando y el paseo de los Turistas albergó a casi 40.000 personas provenientes de todas partes del país, muchos de ellos con la medalla de una de las carreras que todo tico que gusta del atletismo debería haber hecho.

Pese a la marea alta y los miles de colados, la prueba se realizó con orden entre la calle La China y el paseo de los Turistas.

Unos 10.000 participantes, de ellos 5.600 inscritos, corrieron junto al mar del Pacífico, que guio la voluntad de Jean Marco.