¿Quién quiere ser educador?

La respuesta a esta pregunta conduce al origen del apagón educativo

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Bastante se habla de las carreras del futuro, las de mayor demanda laboral y, sobre todo, se estimula a los jóvenes para que elijan profesiones relacionadas con ciencias y tecnología, sin faltar las siempre relevantes, como derecho, ciencias de la salud, ingenierías y administración de negocios.

Resulta muy poco común encontrar estudiantes próximos a graduarse del colegio que tengan como primera opción ser maestros de primaria o profesores de secundaria.

Las ferias vocacionales y otras actividades para mostrar la oferta de carreras se centran en las más “atractivas” para los estudiantes y, ¿por qué no decirlo?, para los padres de familia. Es raro que un padre o una madre insista en que su hijo estudie para maestro de preescolar o primaria.

Se insiste en la trascendencia de la labor docente, del enorme impacto de maestros y profesores de primaria y secundaria en la vida de los estudiantes, pero la mayoría de los padres sueñan con que sus hijos sean arquitectos, ingenieros, abogados y demás profesiones que les aseguren un mejor futuro.

Con la llegada del nuevo siglo, las carreras relacionadas con ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (STEM, por sus siglas en inglés) pasaron a ocupar los titulares en los medios universitarios.

Si un alumno es bueno en matemáticas se le insta a que sea ingeniero; si es bueno para las letras, se le mira como futuro abogado. Entonces, ¿quiénes estudian educación? ¿Quiénes optan como primera carrera a ser maestros o profesores de secundaria? ¿Por qué los cortes de ingreso a las carreras de educación son de los más bajos en las universidades públicas? ¿Por qué casi el 70% de los educadores se gradúan en universidades privadas? ¿Qué porcentaje de estudiantes de colegios privados, científicos, experimentales bilingües o con bachillerato internacional escogen educación como la principal profesión?

Como educador con casi 40 años de experiencia, he constatado que los profesores de secundaria tenemos un impacto profundo en la escogencia de carrera de los educandos. Los jóvenes que se decantan por ser docentes llegan al convencimiento porque tienen un excelente maestro o profesor a quien ven como modelo, o bien, ejemplos en el hogar de maestros y profesores felices con su labor.

El ambiente en las aulas incide en que jóvenes con vocación docente tomen otro camino al ver el grado de desgaste, indisciplina y desorden imperantes en los colegios; peor aún si sus profesores muestran cansancio, hartazgo y expresan malos comentarios sobre el estado del sistema educativo.

Ahora bien, también sucede que la profesión puede asegurar un trabajo más o menos seguro y bien pagado en el sistema público. Si estas son las motivaciones para ejercer el sagrado oficio de educador, entonces, deben establecerse filtros y pruebas de idoneidad para garantizar que solo los mejores estén al frente de la formación de los niños y jóvenes del mañana.

Las universidades privadas entendieron lo que significan las carreras de educación. De los 88.650 títulos universitarios entregados en el período 2014-2021, el 68,52% fueron dados por el sector particular, que, a su vez, contrata profesores en servicio y cercanos a la realidad de las aulas, principalmente, en las zonas rurales.

Las universidades públicas, por su parte, tienen sus facultades de educación cada vez más solitarias y docentes con doctorados en materias específicas permanecen alejados del día a día de las aulas de los colegios rurales o nocturnos.

El apagón educativo se inició hace décadas, con la devaluación de la profesión de educador, cuando ser maestro o profesor dejó de estar en lo más alto de la sociedad y cuando quienes dirigen la educación abandonaron el vivir en carne propia la realidad de las aulas.

¿Imagina un educador de primaria nombrado ministro de Economía? No, ¿verdad? Entonces, ¿por qué la cabeza del Ministerio de Educación es encargada a economistas, políticos y otros profesionales muy lejanos de los salones de los centros educativos?

La crisis educativa empezó cuando los que escogieron la carrera de educación por error o por no tener otra opción llegaron a las aulas y, peor aún, algunos se hicieron directores, supervisores, directores regionales, etc.

Sin excelentes educadores en preescolar, primaria y secundaria no tendremos futuros astronautas, ingenieros, abogados y demás profesiones, y tampoco educadores, lo cual será la crisis definitiva del país.

rmoragoni@hotmail.com

El autor es educador.