Misoprostol no es una necesidad para salvar vidas

La Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia recomienda la oxitocina y otros para tratar la hemorragia posparto

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Se equivoca el Dr. Alejandro Marín Mora en relación con el misoprostol, sobre el cual se refirió en su artículo del 8 de setiembre. El misoprostol no es primera línea de tratamiento de las hemorragias posparto, confirma el documento de la Federación Internacional de Ginecología y Obstetricia Recomendaciones FIGO sobre el manejo de la hemorragia postparto 2022, donde se recomienda el uso de oxitocina, ergometrina o una prostaglandina (como la dinoprostona), en tercera línea, todos disponibles en la seguridad social y comercios privados.

En las Recomendaciones de la OMS para la prevención y el tratamiento de la hemorragia posparto, se cita, nuevamente, la oxitocina como primera línea de tratamiento, luego la metilergometrina y finalmente el misoprostol como prostaglandina, del cual la CCSS cuenta con la dinoprostona en sustitución.

En iguales términos, por ejemplo, el artículo “Hemorragia posparto: guías para la práctica clínica del Colegio Francés de Ginecólogos y Obstetras en colaboración con la Sociedad Francesa de Anestesiología y Cuidados intensivos”, publicado en el 2016, menciona la oxitocina como primera línea de tratamiento farmacológico, obviamente de la mano del resto de las medidas clínicas que deben acompañar el manejo integral de esta patología.

Cabe resaltar que la OMS lanzó este año el programa Emotive, el cual consiste en la detección temprana de la hemorragia, masaje de útero, oxitocina como primera medida de tratamiento, ácido tranexámico, fluidos intravenosos y la reexaminación.

Si bien es cierto que algunos medicamentos tendrían la posibilidad de producir un aborto, como efecto secundario o complicación debido al uso, es un grave error compararlo con el misoprostol, un abortivo de primera línea en las guías de todo país donde el derecho a la vida del ser humano en gestación haya sido abolido, relativizado o discriminado, muy a pesar de la inmensurable evidencia científica que respalda la gestación como una etapa del desarrollo humano.

Así, en estos tiempos de grandes avances científicos en torno a la embriología, la obstetricia e inclusive las imágenes 4 D que no dejan duda acerca de esta etapa de nuestro desarrollo, el misoprostol puede ser despachado para el aborto, es decir, la muerte del ser humano en gestación en la propia casa de una madre que desee inducirlo.

Esta muerte se conoce como derecho sexual y reproductivo y tampoco está exenta de complicaciones, como podría ser la muerte de la madre gestante. Se vende popularmente la idea de que es fácil, rápido, barato y muy seguro. Nada más alejado de la verdad.

La consecuencia del uso del misoprostol en una cantidad de casos no afectará la vida de las madres, aunque se han reportado complicaciones nada despreciables, en las que estuvo en riesgo la vida o la muerte se produjo.

Lo que sí es seguro es que terminará con la vida de un ser humano diferente y, como naturalmente todos lo hemos sido, dependientes de la protección que durante unos meses le brinda la madre.

No se debe legalizar un medicamento que termina con la vida “tan fácilmente” y que a su vez es usado en el mundo entero con esa primera intención: acabar con una vida humana en gestación.

El derecho humano a la vida es el primer gran derecho. Sin vida, no existen los otros derechos humanos. Si un ser humano no está seguro en el vientre de la madre, ¿entonces dónde lo estará?

La Dra. Lisbeth Quesada Tristán es especialista en cuidados paliativos pediátricos y la Dra. Nancy Larios Medina, en ginecología y obstetricia.