Métodos de enseñanza para un mundo mejor

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Felicito a la señora Sonia Aguilar Molina por su comentario en “Cartas a la columna” del 8 de noviembre, acerca del método Montessori. Las expresiones del presidente, Rodrigo Chaves, estuvieron fuera de lugar, sobre todo tratándose de una persona que ocupa tan alto cargo, y evidencian la frivolidad y superficialidad con que los funcionarios del gobierno se refieren a ciertos asuntos.

El método Montessori supera el conductista del MEP, centrado en la competencia por las calificaciones y es vertical, estigmatizante, individualista y, a veces, hasta excluyente cuando no responde adecuadamente a las necesidades de aprendizaje de los niños.

Pero además existen otros, como el Waldorf, por citar solo uno, creado por el pedagogo austríaco Rudolf Steiner en 1919 para promover el desarrollo del niño en un ambiente libre y cooperativo, sin exámenes y con un fuerte apoyo en el arte y los trabajos manuales.

El objetivo es propiciar en los niños el desarrollo equilibrado de su intelecto y su desarrollo afectivo, social y psicomotor. El aprendizaje en el aula es enriquecido artísticamente mediante una metodología integral, que fomenta la actividad sana y activa, de manera que los estudiantes salen preparados de forma óptima para su vida profesional, pues busca despertar en cada persona un genuino interés por el aprendizaje. El desarrollo de la responsabilidad personal y su autonomía desempeñan un papel trascendental.

En la pedagogía Waldorf, dijo el directivo educativo de la OCDE y coordinador de los estudios PISA, Andreas Schleicher, hay un alto grado de congruencia entre lo que el mundo exige de las personas y lo que se promueve en los alumnos Waldorf. La reproducción de conocimiento acabado tiene una importancia cada vez menor (tome nota el MEP). Si quiere que su hijo sea más inteligente que un smartphone, entonces, el menor tiene que aprender otras habilidades.

La pedagogía Waldorf está homologada en España por el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte. Tiene más de cien años de historia, está presente en más de 100 países, entre estos Costa Rica, y cuenta con por lo menos 1.100 escuelas —640 solo en Europa—, 2.000 jardines de infancia y 600 centros de educación especial, que constituyen uno de los movimientos escolares independientes más grandes a escala internacional.

Los principios de esta pedagogía están avalados por multitud de países y organismos, entre ellos, la organización internacional de escuelas de la Unesco. Tras el informe de la Comisión Internacional para Educación de 1995, la Unesco propuso el sistema Waldorf como modelo educativo para el siglo XXI, por haber demostrado durante 80 años su adaptación a cualquier entorno, cultura y religión, así como por sus enormes beneficios en la formación de personas balanceadas emocional y socialmente, y preparadas para convivir equilibradamente con la naturaleza y la protección del planeta.

Gracias a mi trabajo internacional en desarrollo, conocí la labor y el pensamiento de uno de los más sobresalientes presidentes que ha tenido el Banco Mundial, James D. Wolfensohn, fallecido en el 2020, quien ejerció la presidencia entre 1995 y el 2005, quizás una de las décadas más luminosas de ese organismo, en que puso mayor énfasis en la reducción de la pobreza y redobló los esfuerzos por combatir la corrupción y dar voz a los pobres alrededor del mundo.

En 1999, Wolfensohn propuso un innovador esquema para el trabajo del Banco, al que llamó Marco Integral para el Desarrollo, un planteamiento excepcional basado en el supuesto de que todos los protagonistas del desarrollo (gobierno, entidades multilaterales y bilaterales, sociedad civil y sector privado) cumplen cierta función en la reducción de la pobreza y el desarrollo equitativo y sostenible.

Wolfensohn creía que ningún país ha tenido éxito sin haber educado a su población y que la educación es la clave para el crecimiento sostenido y la reducción de la pobreza. La educación, decía él, es un derecho humano fundamental que rompe las cadenas de la ignorancia y libera el espíritu, propósitos que están detrás de las pedagogías alternativas.

ceciliacortes668@gmail.com

La autora es politóloga.