En los últimos días surgieron dos problemas que, a pesar de ser diametralmente distintos, ameritan algunos comentarios. En primer lugar, la inconcebible situación expuesta recientemente en las declaraciones del director de la Fuerza Pública, comisario Daniel Calderón, sobre el comportamiento absolutamente irresponsable de algunos ciudadanos, quienes, no obstante lo grave de la situación pandémica, celebran toda clase de actividades en donde multitudes desacatan las medidas de seguridad obligatorias.
Entiendo perfectamente que las posibilidades de la Fuerza Pública para impedir estos actos están limitadas y no puede encarcelarse a todos los participantes.
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Lo que sí pueden y deben hacer es llevar ante la justicia a los responsables de la organización y promoción de las actividades. Es fácil determinar quiénes son los dueños de los locales donde se efectúan las fiestas o de las casas, como ocurrió recientemente.
También, se sabe cuáles cantantes, DJ y bailarines amenizan los festejos, así como los promotores, quienes usan las redes sociales como medio para publicitarlos. Están cometiendo un delito y deben ser castigados.
Lo otro que no acabo de entender es por qué a personas dedicadas al cuidado de animales, mayormente exóticos, aunque sea con fines comerciales, se les impide la reproducción de las especies.
Debería ser un interés natural que jirafas, búfalos o cebras en vías de extinción en otros países se reproduzcan. ¿A quién hace daño que un par de jirafas tengan cría? Lo lógico pareciera ser el estímulo de la reproducción. ¿Quién gana con disposiciones en contrario?
jjeb@ibe.cr
El autor es abogado.