Foro: Cómo navegar los cambios en el modelo agroalimentario europeo

Saber cómo actúa el bloque contribuye a ajustar las estrategias de exportación y mejorar la propuesta de valor

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

La Unión Europea lanzó varias iniciativas temáticas durante el 2020 para orientar el marco normativo y operativo de los próximos años, entre las cuales destacan el pacto verde europeo y la estrategia de la granja a la mesa.

Ambos instrumentos tienen, como principal cometido, mejorar la interfaz entre medioambiente, bioeconomía y alta tecnología para reducir la huella ambiental de los sistemas alimentarios de la UE, así como facultar a los europeos y europeas a optar por dietas saludables, sostenibles y asequibles.

Bajo la premisa de que la transición hacia la neutralidad climática es verde y digital, la UE hace una gran apuesta por la agricultura orgánica. Para conseguirlo, se fijó varias metas, como disminuir el uso de plaguicidas convencionales e invertir en investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).

Su objetivo es promover los plaguicidas ecológicos de bajo riesgo y bioplaguicidas, disminuir las descargas de nitrógeno y fósforo en el ambiente a través del uso eficiente de fertilizantes orgánicos y órgano-minerales y hacer un uso transversal de las herramientas digitales, incluida la inteligencia artificial, para analizar eficacia, riesgos y alternativas en toda la cadena de valor alimentaria.

No se trata solamente de una aspiración política: la agricultura biológica disminuye la presión sobre los sistemas sanitarios, incrementa la productividad y la fertilidad de la tierra cultivable y aumenta los beneficios de los productores, crea empleos verdes y facilita el reciclaje de ciertos residuos y subproductos orgánicos, transformándolos en insumos agrícolas de alto valor sin agotar los recursos naturales limitados.

Cambios normativos. En lo que concierne a Costa Rica, las estadísticas oficiales de Procomer indican que la UE es uno de los principales destinos de las exportaciones agroalimentarias nacionales, lo cual convierte a nuestras empresas en uno de los operadores de la cadena de valor alimentaria europea.

Por ello, es recomendable que estas identifiquen y reaccionen oportunamente a los cambios normativos, las nuevas tendencias y los patrones de consumo del mercado europeo, con el fin de que ajusten no solo las estrategias de exportación hacia la UE, sino también para que sean conscientes de cómo los insumos y procesos internos mejoran su propuesta de valor.

En el nicho de la agricultura biológica, conviene señalar que desde el 2008 Costa Rica forma parte del anexo III del reglamento CE n.° 1235/2008 sobre las importaciones de productos orgánicos procedentes de terceros países. Esto significa que nuestro país puede exportar y comercializar, de manera preferente, ciertos productos con la etiqueta de «biológicos» hacia el mercado europeo.

Aunque pocos países disponen de esta herramienta comercial, el sector agroalimentario costarricense necesita contar con los medios necesarios para aprovechar las ventajas que ofrece. Seguidamente, resumo otros aspectos que también darán consistencia a las exportaciones nacionales, en términos de calidad y cumplimiento de estándares técnicos.

Una visión ampliada de la inocuidad. La UE entiende que la calidad de los alimentos no se determina solamente en función del buen gusto y la seguridad, sino que se inicia en la genética de los cultivos y continúa en el perfil nutricional; los fertilizantes, los bioestimulantes y los plaguicidas utilizados en las plantaciones; el almacenamiento, envasado, el transporte de insumos y cosechas y la comercialización, etc.

En otras palabras: la inocuidad de un alimento se fija en función de sus características propias y de la trazabilidad y sostenibilidad de los medios técnicos usados en la producción.

Transparencia y cercanía con los consumidores. Para que las personas elijan dietas saludables y sostenibles con conocimiento de causa —y evitar que se vean expuestas al fraude alimentario y al blanqueo ecológico—, la UE tiene previsto ejecutar una serie de medidas legislativas en relación con el etiquetado de los alimentos, como, por ejemplo, añadir las propiedades nutritivas en la parte frontal de los envases y ampliar a determinados productos las indicaciones de origen o de procedencia obligatorias.

De manera complementaria, en el 2020 la UE adoptó la nueva Agenda del consumidor y el Plan de acción de contaminación cero del 2021 con miras a que las empresas asuman compromisos con el consumo sostenible más allá de las obligaciones legales, tales como calcular la huella de carbono de la compañía y de sus productos más emblemáticos.

La UE reconoce que para lograr los objetivos del pacto y la estrategia es necesario contar con un panorama más comprensivo sobre el funcionamiento de los sistemas alimentarios en los que operan agricultores y agricultoras europeos, con un especial énfasis en las cadenas de distribución de los productos, así como la estructura de gobernanza y las dinámicas que favorecen o dificultan la transición hacia la agricultura biológica.

Esta afirmación es igualmente válida para Costa Rica, porque si el sector agroalimentario aspira al liderazgo en el mercado de la UE deberá reconfigurar las relaciones con sus proveedores y adaptar su cadena de producción para competir exitosamente.

manuelaurena@gmail.com

La autora está dedicada a las relaciones internacionales y los asuntos públicos.