El modelo Cenare

En el campo de la rehabilitación ninguna acción es eficaz si no se ejecuta en equipo

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En una reciente entrevista, el doctor Randall Álvarez, nuevo gerente médico de la CCSS, se refirió, en respuesta a una pregunta de este medio (8 de diciembre del 2021), al “modelo Ceaco”, aquel que, ante las obvias restricciones impuestas por la pandemia, obliga al personal a mantener una comunicación regular con los familiares de los pacientes y a poner en práctica otras acciones con el fin de compensar el tremendo dolor que significa enfrentar la enfermedad o la muerte de los seres queridos sin poder tener contacto directo con ellos.

Ese modelo, sin embargo, no surgió como algo espontáneo y original del Ceaco, pues es, de hecho, el enfoque que desde hace muchos años se desarrolló y fortaleció en el Centro Nacional de Rehabilitación (Cenare), cuyo personal se sumó a quienes eran parte del Ceaco, y continuó aplicándose en las nuevas circunstancias.

Una actitud muy singular ante el paciente y su familia es necesaria por parte de los funcionarios del Cenare y es un comportamiento y práctica habituales y naturales en cada uno de los funcionarios. La atención de personas de todas las edades, que súbitamente experimentan una inesperada condición de discapacidad y que siempre causa un impacto de grandes proporciones sicológicas, sociales y económicas, exige un enfoque distinto.

Esto motivó a implantar en el Cenare lo que inicialmente se definió como el “modelo biosicosocial”, que fue promovido en gran medida por el personal de trabajo social y rápidamente permeó el actuar de todo el personal que allí laboraba, hasta convertirse en un acto natural, perceptible y de profundo beneficio para quienes reciben la atención.

Y esto resultaba imprescindible porque en el campo de la rehabilitación ninguna acción es eficaz si no se ejecuta en equipo, por personal comprometido y pleno conocimiento de todo lo que la discapacidad conlleva.

“La rehabilitación es un servicio de salud fundamental para las personas con distintas afecciones... en todas las etapas del ciclo de vida y durante todas las fases de la atención: aguda, subaguda y prolongada. La rehabilitación se ocupa del impacto de una afección de salud en la vida de la persona y se enfoca principalmente en mejorar su funcionamiento y mitigar la discapacidad. Se centra en el funcionamiento de la persona, no en la enfermedad. Lo hace con un fuerte énfasis en educar y empoderar a las personas para que manejen su propia salud, se adapten a su situación y permanezcan lo más independientes y activas posible”, señala la OMS.

Cabe anotar que el estudio más reciente sobre la incidencia de la discapacidad, llevado a cabo por la OMS y el Instituto en Métricas de Salud y Evaluación de la Universidad de Washington, nos dice que en el 2019 un total de 2,4 billones de personas a escala global tuvieron condiciones que se beneficiarían de la rehabilitación en algún momento de sus vidas, es decir, una de cada tres.

Por ello, desde el momento en que el Cenare abrió sus puertas para recibir a pacientes en el área de hospitalización, se implantó un modelo original que exigía trabajo en equipo e interrelación permanente con los pacientes y sus familiares, quienes son, de hecho, parte integrante de los equipos de atención.

Este es, por tanto, un modelo ya instaurado en el quehacer de todos los que trabajan en el Cenare. Es su modelo, y debe ser reconocido como tal, pues es, entre otras cosas, lo que siempre lo ha diferenciado dentro de la CCSS.

Quienes hemos tenido la dicha de trabajar en el Cenare aprendimos a escuchar los comentarios de los que acuden a recibir atención, o de sus familiares y amigos, valorando el trato y las actitudes positivas que experimentan de parte de todo el personal desde el momento en que por primera vez el destino los condujo a aquel desconocido sitio, con el temor y la incertidumbre que siempre provocan los hospitales.

Guardo con especial afecto las palabras y el recuerdo de una paciente que en 1982 expresó: Hoy, inmediatamente después de que ustedes terminaron de hacerme la revaloración, encaminé lentamente mis circulares pies hasta la capilla y ahí, en el silencio y recogimiento del recinto sagrado, elevé hacia el dueño de nuestra vida y de nuestra muerte, mi más sencilla oración de agradecimiento… Y ahí, sola, sin quererlo casi la voluntad, comencé a ver desfilar ante mí todos los momentos transcurridos en el Cenare, desde que inmóvil en una camilla atravesé sus milagrosos umbrales. Y porque creo firmemente en que sería un acto de injusticia dejar tales sensaciones positivas, pues el panorama de toda mi recuperación muestra el avance certero que he tenido, es que con la brevedad y modestia de estos renglones, le diluyo lo vivido a través del tratamiento que de usted he recibido, junto con el personal médico y paramédico del Centro”.

Independientemente del impacto que ha tenido el cierre del Cenare, lo cual debe ser evaluado y dimensionado en algún momento, como exfuncionario, pero sobre todo como costarricense, me siento feliz y esperanzado de que tanta gente pueda volver a recibir la atención que ahí se proporciona, caracterizada por la cuota de humanismo y entrega incondicional y que, sin duda alguna, seguirá fortaleciéndose y nutriéndose con las nuevas técnicas y alternativas que la ciencia médica pone en manos de los profesionales, así como con la resiliencia y el empuje que han adquirido los funcionarios después de 92 semanas de ser privados de su razón de ser: las personas con discapacidad.

fammontero@gmail.com

El autor es médico.