¿Cuándo tendremos buenas carreteras?

No avanzamos en infraestructura por falta de ideas, pues sobran los diagnósticos. El problema es otro

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Los años pasan y seguimos en la misma encrucijada: el país avanza escasos centímetros en el índice de competitividad global. Y no es por falta de ideas, pues los diagnósticos sobran, sino porque no hay avances en lo medular. El Laboratorio Nacional de Materiales y Modelos Estructurales (Lanamme), el Grupo Consenso, la Contraloría General de la República, el Estado de la Nación, el Informe de los Notables y el Acuerdo Nacional por la Costa Rica Bicentenaria han identificado los problemas hasta el cansancio.

Dos son los asuntos donde concertar es el único camino. Por un lado, dar conservación y mantenimiento a la red vial nacional buscando una mejora del Índice de Regularidad Internacional (IRI) superior al que existe.

Parafraseando al Ing. Gustavo Badilla, de Lanamme, hemos de conocer la regularidad superficial del pavimento desde el inicio de su periodo de servicio o en cualquier momento de la vida útil, pues ello permitirá definir las acciones de conservación o rehabilitación necesarias en el momento pertinente.

El problema está en que, al hacerse el análisis IRI, nos topamos con una capacidad de inversión limitada, de manera que el ideal técnico se torna en irreal. Eso dificulta, a la vez, la introducción de nuevas tecnologías y se pierden beneficios para la infraestructura.

Lo otro es precisar y desarrollar la agenda de obra nueva, mucha postergada o, en el mejor de los casos, con algunas pocas conquistas. Ahí se sabe de la insistencia en aumentar la capacidad gerencial, así como en concretar estudios preliminares, procesos de contratación o dar el salto al caótico estado del proceso de expropiaciones. Los años pasan y es triste ver lo complicado de avanzar.

El proyecto INI. Más allá de las típicas pasiones políticas, uno identifica un tono común en los candidatos presidenciales. Se oye, como hace cuatro y ocho años atrás, falta de presupuesto (o un alto endeudamiento), incapacidad ejecutiva en el Consejo Nacional de Vialidad (Conavi) y el Consejo Nacional de Concesiones (CNC), alta influencia política que incide en el criterio técnico, maraña de trámites innecesarios, una agenda gris de los proyectos de obra nueva, controles previos en contratación con cuestionable valor agregado, recursos humanos que no se desempeñan por competencias y su desempeño no puede ser evaluado, entre otros.

A esta historia, ojalá los partidos políticos sepan que, indistintamente de quién jure como nuevo presidente, ya no cabe seguir postergando.

En esa línea, si hay capacidad de reconocer lo bueno de algo, el suscrito puede dar fe de que hubo un esfuerzo hace pocos meses que sería lamentable se pierda. En efecto, existe un borrador de una ley (me refiero a uno anterior al que finalmente presentó el gobierno) que pretendía crear el conocido Institucional Nacional de Infraestructura (INI).

En ese esfuerzo, ingenieros, abogados, economistas, sectores clave, etc., fueron llamados a aportar críticamente sobre su contenido. Es un texto que reconoce mejores prácticas regulatorias, aprende de la experiencia y brinda una respuesta encaminada a eficiencia, eficacia y rendición de cuentas en el quehacer de la vialidad.

Alianzas público-privadas. Ese proyecto, a la vez, dotaba de un marco legal avanzado en alianzas público-privadas, donde se plantea fusionar el CNC y el Conavi, con una agencia de promoción de inversión a la altura de la Promotora de Comercio Exterior (Procomer).

Pero hay que entender que si queremos ser puerto de aterrizaje de los inversionistas y concesionarios, es urgente superar el romántico discurso de que se hagan estas alianzas como por arte de magia. Los grandes grupos de esos proyectos quieren oír incentivos, planes concretos para eliminar tanta tardanza y costos en trámites. En ese cómo, hay un déficit en el mensaje de los candidatos.

Es simple, se necesita que los candidatos y los partidos digan que se sentarán a concertar, que se aprovecharán los muchos diagnósticos hechos ya, que la propuesta del INI no quedará en nada y que, así, se realizará el sueño de proponer en vialidad un camino al 2050 como mínimo.

El autor es consultor.