Ahora sí estamos de acuerdo, don Leonardo

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Pedí a don Leonardo Garnier rectificar la crítica formulada contra este diario por la publicación de un pliego de publicidad externa, envolviendo la portada, el “viernes negro”. El exministro de Educación rectifica con la elegancia que lo distingue. Luego, explica las razones más profundas de su reclamo: no es que encontrara particular falta con la publicidad alrededor del periódico, sino con la aproximación del anuncio a la tipografía habitual de La Nación . Ese señalamiento merece una explicación.

La tipografía es distinta, hay una advertencia sobre el carácter publicitario de la página y el resto del contenido es claramente un anuncio. No creo que haya habido un lector que confundiera la publicidad con el contenido noticioso de La Nación . Tampoco se parece en nada al montaje de una portada del New York Times utilizado por don Leonardo para apoyar su crítica. La Nación no prestó su logotipo ni su cabecera para la publicidad. El montaje y las expresiones que lo acompañaron también inducían a creer que el New York Times y la mejor prensa del mundo rechazan la publicidad externa. Eso fue lo que le pedí a don Leonardo rectificar, como lo hizo.

Pero don Leonardo no deja de tener razón: en estas cosas las precauciones deben ser extremas. La página, en mi criterio, no confundía, pero al primer golpe de vista sí evocaba un diario. Confieso que esa característica también a mi me inquietó. Por eso, en el instante mismo de la publicación, me reuní con los responsables para fijar, en conjunto, una política para la nueva práctica, inédita hasta ahora en La Nación pero común en la mejor prensa del mundo, incluido el New York Times .

Convinimos en que los anuncios externos no podrán evocar siquiera una portada de periódico. No basta que no confundan, que sean claramente publicitarios, que lleven una leyenda para identificarlos como publicidad y que nuestro lector lo comprenda con facilidad.

Así quedó establecido y don Leonardo me da la oportunidad de hacerlo público.

Agradezco al exministro su buen concepto de La Nación y reitero mi reconocimiento de sus méritos. Dicho sea de paso, la edición de ayer del New York Times circuló, una vez más, con el anuncio de una joyería alrededor de la portada.