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El Grupo Nación (GN) presentó, a partir de ayer, nuevos textos para escuelas y colegios, esto es, para todos los estudiantes, pero, sobre todo, para los 291.000 que van a clases sin libros, pues no pueden comprarlos. En esta primera etapa el GN se propone alcanzar a 285.000 en estas condiciones de precariedad escolar, mediante donaciones de empresas y de donantes en general.

El dinero de estas donaciones cubrirá únicamente, tal como informamos ayer, los gastos en papel e impresión. Es decir, no representa ganancia alguna para el GN. Unas 60 empresas ya se han alistado en esta campaña de responsabilidad social y de sentido elemental de solidaridad. ¿Es concebible este escandaloso déficit en un país que, tal como expresó nuestra Presidenta ayer, en la 65.ª Asamblea General de Naciones Unidas, introdujo la educación primaria gratuita y obligatoria en 1870 y universalizó el derecho a la salud en 1970? Sin citar espléndidas conquistas sociales en otros campos, gracias a la visión y empeño de nuestros antepasados.

Este proyecto –Libros para todos– del GN se orienta a beneficiar a los alumnos de los centros educativos más pobres del país. Los libros abarcan las materias de primer grado hasta noveno año. Las empresas y las personas físicas pueden donar un libro (¢1.500, equivalentes a una cerveza servida), un paquete escolar (¢6.000: dos cervezas y un chifrijo) o un paquete colegial (¢7.500, lo anterior más otra cerveza). Estos textos fueron elaborados por 115 personas, entre docentes, especialistas en educación, filólogos, fotógrafos, diseñadores gráficos e ilustradores, y cumplen todos los requerimientos del MEP. Cubren las cuatro materias básicas: Español, Matemáticas, Estudios Sociales y Ciencias. Figuran, en este proyecto, otras series de libros sobre Educación Cívica, para la escritura, conceptos espaciales y figuras geométricas, para estimular la investigación y el raciocinio, la lectura de periódicos y el debate.

Este no es un discurso ético ni, menos, un mensaje comercial. Se trata de un deber solidario y de un acto de coherencia, de pura humanidad, en un campo en que se define la calidad de un pueblo: la educación de los niños y de los adolescentes, y la ayuda concreta a las familias pobres, cuyo cumplimiento constituye la mejor póliza de seguridad para todos.

La Fundación Promotora de Vivienda (Fuprovi) informó ayer de que 187.000 hogares carecen de una vivienda digna en nuestro país y 22.589 hogares conviven bajo el mismo techo. Este déficit aumenta año con año. Nada, pues, más perverso, frente al drama social del país, que la mala gestión pública, la demagogia, el despilfarro, la corrupción y la falta de solidaridad. Sin excusas.