En Vela

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Pareciera que estamos viviendo bajo el imperio del confusionismo, entendido, según el diccionario de la RAE, como confusión y oscuridad en las ideas o en el lenguaje. En psicología se diría que es el “estado del pensamiento sincrético, en los infantes, donde todo se mezcla, alterna y fusiona”, y en política, “el hecho de mantener la confusión en los espíritus y de impedir el análisis”.

En conclusión, la imposibilidad de pasar del reino de las palabras al de la acción o los resultados concretos, en el marco del Estado de derecho o del respeto a la institucionalidad. En la confusión se obtienen también resultados, por supuesto, pero, por estar divorciados de la razón, de la ética, del sentido común o de la legalidad, solo se logran disparates, chambonadas, tonteras, desatinos, extravagancias y todos los sinónimos que usted, amigo lector, quiera agregar.

Hoy, ayer y anteayer la raíz y la paternidad del confusionismo ha estado en la Asamblea Legislativa. Nadie ni nada le pueden arrebatar este honor. La cháchara sobre el presupuesto nacional del 2012 y sobre el plan fiscal y, en estas semanas, el enfrentamiento in crescendo entre Ottón Solís (ética política e institucionalidad), por un lado, y la alianza opositora y el PAC (poder y desvaríos conceptuales), por el otro, han llevado el confusionismo a su apogeo, con metástasis en el Gobierno, dadas las diferencias entre el diputado Villanueva y el ministro de la Presidencia. (Ignoro qué habrá pasado ayer en la cúpula del PAC).

Ottón Solís escribió ayer: “'una de las aberraciones más insólitas en la historia del poder y la democracia: la Alianza es excelente entrabando, por su misma voluntad, la toma de decisiones aun en los órganos que controla totalmente'”. La obstrucción total, aun de sí misma. Luego, denuncia la incoherencia ética del PAC, al caminar de la mano con el Movimiento Libertario. Juan Carlos Mendoza, presidente de la Asamblea Legislativa, expresó ayer: “La Alianza nació porque Costa Rica no soporta más la concentración de poder y porque es necesario recuperar la independencia de los Poderes”(Diario Extra). Es decir, no se ha dado cuenta de que estos vicios democráticos, que ahora denuncia, están concentrados en el reglamento de la Asamblea Legislativa, que no quiso reformar. Confusionismo conceptual absoluto.

En síntesis, este confusionismo moral y conceptual, la estrategia del obstruccionismo y todo lo que está pasando en la política nacional tiene una fuente primaria: el maldito reglamento legislativo, que concentra todo el poder en cualquiera de los 57 diputados dispuestos a causar daño al país y a nuestra democracia. No me cansaré de decirlo. Un país secuestrado.