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La mejor forma, decía alguien, de atacar la corrupción es friendo a los peces gordos. Y como la evasión fiscal es el reino, el Olimpo y el mar de los peces gordos, la corrupción o delincuencia en este campo alcanza niveles estratosféricos, dada la impunidad en se ha desarrollado.

Se habla mucho de la corrupción política, con razón o sin ella, tanto que el político ha llegado a ser para el común de la gente el prototipo del corrupto. En cambio, la evasión fiscal, entendida como forma de corrupción genérica, no forma parte de nuestro lenguaje, siendo que este es el tipo de delincuencia más corriente, agresivo, silencioso y malvado, ya que lo abarca todo y vulnera directamente el valor radical de la justicia. El calificativo de honorables delincuentes a los evasores fiscales no es un tropo del lenguaje. Es el término preciso pues todo, en esta materia, discurre en el secreto, el humus de su explosión y de su mantenimiento. Vivimos, pues, en un mar de hipocresía.

En los países civilizados hay honorables delincuentes, pero, una vez indagados y descubiertos, no importa su valimiento social o su fama, ocupan el proscenio del espectáculo y la información. Nunca en Costa Rica, en cambio, hemos visto un pez gordo, por delitos fiscales, exhibido en los medios de comunicación por cuanto el Estado es su primer cómplice, su escudo y su protector. Ha sido un secreto a voces, en el siglo XX y en el XXI, el nombre de nuestros grandes contrabandistas. Todos, como los honorables delincuentes evasores de la renta, gozan de buena salud social, aunque un hilo de su desteñida estela moral aparece, por casualidad, en las cotizaciones a la CCSS y en las pensiones alimentarias.

Alguien escribió un día de estos, ante el solo anuncio del proyecto de reforma fiscal, que el Estado debe respetar “el dinero bien ganado” de los profesionales, de los empresas y de los ciudadanos en general, y que es un atentado contra la libertad que hurgue en las cuentas ajenas. En otras palabras, el Estado no debe cobrar los impuestos ni sancionar a los evasores. Hasta este punto ha llegado en nuestro país la degradación de los conceptos básicos de una sociedad democrática, cuyos dos ejes son el voto libre y universal, y el pago fiel de los impuestos.

Mas no todo es oscuro y falaz. Un profesional propuso esta semana 12 ideas para mejorar la recaudación tributaria y pescar a los peces gordos y medianos. Un experto confirmó que todas eran aplicables y productivas. ¿Por qué no estimular a la gente honorable para que haga otro tanto y así podamos derrotar al numeroso ejército de los cínicos y sinverguenzas, en su red de sociedades, y sacar adelante al país?