Editorial: ¡Soluciones ya!

Si encontramos petróleo en cantidades y calidades suficientes para atraer a inversionistas con bolsillos profundos, estaremos listos para salir al mercado en 10 o 15 años.

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El Partido Nueva República se opone a prohibir la explotación de petróleo y gas natural. Su candidato presidencial, Fabricio Alvarado, justifica la posición como una muestra de pragmatismo. La agrupación, dice, tiene los pies en la tierra y «una visión clara» del proceso necesario para conducir al país hacia «otro tipo de energías», pero para eso «faltan varias etapas y muchos años».

Nueva República se declara convencida de la importancia de abandonar los combustibles fósiles, pero exige la explotación inmediata para generar empleo «y grandes ganancias». «Necesitamos soluciones ya», dice el candidato como si hubiera certeza de los yacimientos y la explotación pudiera comenzar sin dilaciones.

En realidad, no sabemos si hay hidrocarburos en cantidad suficiente para justificar la explotación de escala industrial. Para eso es la exploración, un proceso prolongado y costoso, comenzando por las contrataciones necesarias para proteger los intereses públicos. Si la etapa exploratoria culminara con éxito —y nada lo garantiza—, comenzaría la contratación de la explotación del subsuelo.

En primer lugar, el país debe encontrar interesados, y eso depende de la estimación de las reservas. No basta con hallar petróleo, debe ser mucho. También depende de las proyecciones de producción y consumo internacional. Si el uso de combustibles fósiles disminuye, como es probable, los gigantes de la producción mundial saldrán a competir por precio para exprimir hasta el último céntimo al recurso.

Previendo la probabilidad, grandes países y corporaciones petroleras han comenzado a invertir en otras líneas de negocios, como la generación de energía limpia. La prestigiosa firma Deloitte, en sus recientes proyecciones para la industria petrolera, señala los límites de la recuperación poscovid y el declive de la demanda a largo plazo. Entre las contracorrientes de la industria, los analistas citan los compromisos gubernamentales con la transformación energética, la afectación de la demanda por el comportamiento de los consumidores y el surgimiento de la inversión responsable desde el punto de vista social y ambiental.

La Agencia Internacional de Energía, establecida en 1974 por las principales economías del mundo para mantener la estabilidad del abastecimiento petrolero, hoy aboga por frenar la inversión en exploración y desarrollo de nuevos proyectos de extracción para frenar el calentamiento global y el cambio climático.

Si encontramos petróleo en cantidades y calidades suficientes para atraer a inversionistas con bolsillos profundos, capaces de financiar la extracción y el procesamiento hasta la exportación pese a las perspectivas poco halagüeñas de la industria, estaremos listos para salir al mercado en 10 o 15 años.

Esas no son «soluciones ya». Por el contrario, es tiempo suficiente para que la mitad de los automóviles vendidos en los Estados Unidos (y muchos de los colocados en los países de su ámbito de influencia) sean eléctricos de conformidad con la meta fijada por el presidente Joe Biden. En el 2035, Europa habrá prohibido la comercialización de vehículos con motores de combustión y el mundo estará luchando por ajustarse a las condiciones de producción establecidas por los mercados más avanzados para frenar el calentamiento global.

No obstante, los combustibles fósiles seguirán siendo importantes durante décadas. Si el país encuentra yacimientos e inversionistas, ¿por qué no explotarlos al menos mientras sea rentable? La respuesta es sencilla: ¡Necesitamos soluciones ya! Una de ellas es la recuperación y expansión del turismo.

A falta de grandes atractivos precolombinos o coloniales, en ausencia de urbes repletas de oportunidades para el esparcimiento, nuestro país ofrece su prodigiosa naturaleza y no menos prodigiosa paz. Esa es la marca empleada, con extraordinario éxito, para atraer visitantes y ofrecer empleo a decenas de miles.

Necesitamos soluciones ya, como las provistas por las inversiones orientadas a diversificar y expandir las exportaciones. La producción de un país comprometido con los valores ambientales tendrá cada vez más valor y también acceso si concedemos credibilidad a la representante comercial de los Estados Unidos, Katherine Tai, decidida a incorporar los valores ambientales a la política de intercambio.

Sobre todo, necesitamos soluciones ya a los crecientes efectos del calentamiento global. Costa Rica está en una de las regiones más afectadas del planeta y los costos de mitigación y adaptación serán cada vez mayores. El país no puede renunciar a la autoridad moral conferida por sus políticas ambientales y, lejos de contribuir a la emisión de gases de efecto invernadero, debe redoblar esfuerzos por disminuirlos, especialmente en transporte.