Editorial: Peripecias en el manejo de la deuda pública

Por culpa del déficit fiscal y la incapacidad de llegar a un acuerdo tributario que le dé aire a las finanzas del Estado, los compradores de bonos del Gobierno piden intereses más altos. Esto ha llevado a Hacienda a buscar financiamiento en el exterior, lo cual conlleva otros riesgos.

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Por mucho tiempo, la administración de la deuda pública –emisión de títulos, pago a su vencimiento, etc.– interesó solo al Tesorero Nacional y a un conjunto selecto de actores del mercado financiero. La ausencia de noticias en primera página de la prensa escrita y en lugares destacados de la radio y la televisión era una buena noticia, pero, recientemente, el tema toma creciente importancia como fuente de informaciones.

La opinión pública y la Asamblea Legislativa han tenido que interesarse más y eso no deja de ser una mala noticia. El caso más sonado es la herencia dejada por la administración Solís Rivera en bonos cuyo pago al vencimiento, en los primeros meses de este año, no tenía autorización legislativa, como pide la ley, simplemente porque el Ministerio de Hacienda no hizo la respectiva solicitud al Congreso. Eso obligó a la administración Alvarado a hacer pagos de bonos sin contar con autorización, lo cual, al compararlo con la alternativa de un cese de pagos, es el menor de dos males.

Ahora, el Ministerio de Hacienda intenta colocar en el mercado internacional títulos de deuda pública denominados en dólares, muchos de los cuales tendrían como destinatarios a inversionistas extranjeros. De momento, la operación se encuentra en una etapa preparatoria, de consulta entre los potenciales interesados. Dado el tamaño del mercado financiero internacional y la relativa pequeñez de las colocaciones del Gobierno de Costa Rica, endeudarse afuera tiene un costo inferior al del mercado doméstico. Pero hacerlo tiene dos implicaciones importantes: en primer lugar, expone el endeudamiento público al riesgo cambiario, pues una eventual devaluación del colón haría más oneroso el pago de intereses y del principal de la deuda. Por otra parte, el endeudamiento externo requiere de autorización legislativa, aunque las autoridades del Ministerio de Hacienda defienden la legalidad de la medida. (“Hacienda planea colocar deuda en el extranjero”, La Nación, 14/9/2018).

Recurrir a inversionistas extranjeros para colocar deuda a menor costo indica que las necesidades de crédito del gobierno comienzan a sobrepasar la capacidad financiera del mercado doméstico. Esa circunstancia debe llamar a reflexión. Las peripecias en el manejo de deuda pública –como correr a pagar títulos sin autorización legal y declarar desiertas algunas emisiones porque los potenciales compradores exigen tasas de interés muy elevadas– demuestran que el tamaño del déficit fiscal y el nivel de la deuda pública ya han superado los límites normales. Cuando el déficit es elevado, el manejo creativo de la deuda puede ayudar en el corto plazo, pero no en el mediano y largo. En esto, las finanzas públicas no difieren de las finanzas personales: nadie puede manejar por mucho tiempo niveles de endeudamiento superiores a su capacidad de pago.

La diligencia demostrada en la actualidad por el Ministerio de Hacienda supera en mucho la observada en la administración Solís. José Rafael Brenes, gerente de la Bolsa Nacional de Valores, opina que ahora se actúa “con más orden”. Sin embargo, considera que “la expectativa de tasas (de interés) en el mercado local es muy alta y Hacienda no ha querido colocar a tasas que el mercado le ha venido pidiendo”. El problema se origina en el alto endeudamiento del sector público costarricense y tenderá a magnificarse si el país no toma medidas de ajuste fiscal.

Mientras no tomemos conciencia del problema que aparejan el alto déficit y el endeudamiento público en general, y del Gobierno Central en particular, las labores cotidianas de la Tesorería Nacional continuarán siendo noticia de primera página.