Yo quiero mi municipio

Estamos creando municipalidades para poblaciones de cinco mil habitantes y pocos kilómetros cuadrados

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

En la Asamblea Legislativa, están creando municipios como salchichas produce una fábrica de embutidos. En pocos años pasamos de 80 a 84 y estamos a punto del 85, sin que nuestro extensísimo territorio —el tercer país más chiquitillo de América Latina continental— haya crecido un metro cuadrado por alguna gesta heroica.

Con el argumento de ampliar la democracia local, todo el mundo quiere su municipio, y el Congreso, complaciente, se lo da. Y, como en eso andan las ilustres señorías, quisiera decirles que yo también quiero mi municipio, ser alcalde de mis metros cuadrados. Para contribuir con la celeridad del trámite, aquí les doy mis coordenadas, las del lote de mi condominio, y les dejo un nombre: Municipalidad del Real Asiento del Tacotal, un nombre solemne porque la ocasión lo amerita. Solo pido un favorcito: incluir un transitorio que habilite a mis perritas a fungir como miembros del Concejo Municipal. Combato la discriminación en todas sus formas.

¿Por qué no? Ya estamos creando municipalidades para poblaciones de cinco mil habitantes y pocos kilómetros cuadrados. Entonces, lo justo y consecuente es llevar este impulso a su máxima expresión: un techo, un municipio. Igual que en la democracia: una persona, un voto. Y no me digan que tecnológicamente es imposible trazar un mapa cantonal con esa precisión, pues hoy las imágenes satelitales tienen precisión a una escala de metro cuadrado.

¿Ventajas de mi casa-municipio? Plan regulador al día, limpieza de espacios públicos, parques bien “teniditos”, biblioteca pública, buenas relaciones intercantonales, cero clientelismo. Y, en el caso de casas-municipios pobres, el Estado podría hacer transferencias por medio de bonos familiares, un beneficio directo a la democracia local sin molestos intermediarios. Además, recordemos que en el 2002 se aprobó una reforma constitucional que obliga al Gobierno Central a dar el 10 % de sus ingresos a los municipios. O sea, problema presupuestario cubierto. Se las dejo picando: si el sistema político no tiene ideas ante los desafíos nacionales, aquí les dejo una. Y gratis.

Solo pido aclarar un detalle incómodo, muy menor, pero quizá necesario para que generaciones venideras celebren la ampliación de gobiernos locales: ¿Podría alguien decir cómo se relaciona con la planificación territorial del desarrollo y con la viabilidad presupuestaria de los novísimos municipios?

vargascullell@icloud.com

El autor es sociólogo, director del Programa Estado de la Nación.