Visión a largo plazo

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El gobierno de don Luis Guillermo Solís se ha puesto una flor en el ojal con la presentación del proyecto del nuevo aeropuerto internacional de Orotina. Es un ejemplo pocas veces visto en este país de planificación a muy largo plazo.

La idea de hacer un nuevo aeropuerto internacional, para sustituir al viejo Juan Santamaría, ya tiene unos 20 años. Pero no es hasta ahora cuando se plasma esa idea en un proyecto concreto, con plan maestro, ubicación y cronograma de fechas por cumplir. Es un proyecto ambicioso, que requerirá la participación parcial en su ejecución de tal vez los próximos 10 presidentes de la República, aunque no a todos les toque cortar la cinta de inauguración.

El proyecto va mucho más allá de simplemente expropiar unos terrenos y poner un montón de cemento encima. Implica, además, entre otras cosas, una muy buena planificación de la infraestructura vial y de transporte público para permitir el ingreso y la salida de pasajeros de manera fluida. También conlleva pensar muy bien cómo se hará la transición entre el aeropuerto en Alajuela y el de Orotina. Al primero le quedan varios años más de servicio, con un movimiento de pasajeros que crece año con año.

La visión a largo plazo mostrada por don Luis Guillermo, con la presentación del proyecto del nuevo aeropuerto, contrasta con lo dicho por el viceministro de Hacienda, Fernando Rodríguez, con respecto a la discusión sobre la reforma al empleo público. Dijo: “No tiene un impacto en términos de gasto a corto plazo, como para decir que es una solución a los problemas que tenemos (…). Lo que buscamos es crear más orden en el empleo público, buscar más racionalidad en algunos gastos, pero, sobre todo, abrir la posibilidad de discutir otros temas”.

Es decir, aunque la verdadera solución a largo plazo del déficit fiscal pasa por controlar el crecimiento exponencial del gasto en planilla del Gobierno, pero como eso toma mucho tiempo en mostrar sus efectos y no le resuelve el problema inmediato a la administración de turno, esta opta por presentar un proyecto light que le permita aprobar nuevos impuestos mediante una alianza con un grupo de diputados. Por culpa de ese tipo de pensamiento cortoplacista, tanto de este como de los gobiernos precedentes, es que nos encontramos en una situación fiscal tan complicada.