Veamos las señales

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Decía la semana pasada que es bueno hacer un repaso de la historia ocasionalmente, para así intentar no volver a cometer los errores del pasado. Al repasar lo acontecido durante la crisis económica de inicios de los ochenta, surge la interrogante sobre qué tanto se parece la situación actual a la de aquel entonces. ¿Estaremos a punto de caer en una crisis tan grave como aquella?

En algunos aspectos, la realidad presente es muy distinta a la de hace poco más de 30 años. En este lapso se ha dado un proceso de apertura económica que ha implicado una menor protección e intervención del Estado.

Esto ha resultado en una importante transformación de la estructura productiva del país. Las exportaciones se han diversificado significativamente, ya no dependemos de unos pocos productos agropecuarios para conseguir divisas, las bonanzas o crisis del café no son ya tan críticas para la salud de la economía y, además, contrario a 1980, cuando las reservas internaciones del Banco Central eran negativas, hoy contamos con un nivel de reservas suficientes para paliar posibles crisis cambiarias.

En otros aspectos, sin embargo, existen preocupantes similitudes entre los dos periodos. Si bien el Estado dejó de participar en algunas actividades productivas –Codesa desapareció, por ejemplo–, sigue habiendo una importante presencia estatal en la economía. Banca, seguros, telecomunicaciones y educación universitaria se han abierto a la participación privada, pero siguen siendo mercados dominados por instituciones públicas. Combustibles, energía y alcohol continúan como monopolios estatales.

El gasto del Gobierno Central pasó de representar un 15% del PIB en el 2008, al 21% en el 2014. El mismo ritmo de crecimiento del gasto público experimentado en la década de los setenta. Como resultado, tenemos siete años en que los gastos corrientes, excluyendo intereses, exceden por mucho los ingresos tributarios.

El fuerte aumento en el gasto público ha sido financiado gracias a la gran disponibilidad de crédito internacional y a que los precios internacionales de las materias primas nos han favorecido enormemente.

En ese sentido, las condiciones precrisis de inicios de los ochenta se parecen mucho a las actuales. En aquel entonces, cuando los precios de las materias primas revirtieron su tendencia y el crédito internacional dejó de llegar, la crisis estalló. Cuando eso mismo suceda ahora, y nos pesque sin haber hecho los ajustes necesarios, la probabilidad de que se repita la historia es muy alta.

(*) Luis Mesalles obtuvo su doctorado y maestría de Economía en The Ohio State University y su bachillerato en Economía en la Universidad de Costa Rica. Actualmente, es socio consultor de Ecoanálisis y gerente de La Yema Dorada. Participa en varias juntas directivas. Anteriormente, fue vicepresidente de la Junta Directiva del Banco Central de Costa Rica, presidente de Academia de Centroamérica, profesor en la Universidad de Costa Rica y en la Universidad Stvdium Generale.