Vamos juntas

El Mundial Femenino fue una experiencia que muestra dos caras

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Terminó la participación de la Selección Sub-20 en el Mundial Femenino, una experiencia que muestra las diversas caras, tanto positivas como negativas, que enfrenta el fútbol practicado por mujeres en nuestro país.

Entre lo positivo, está la proyección nacional en el mundo deportivo, al poder concretarse un segundo Mundial. Como testigo de primera mano, felicito el gran profesionalismo y entrega del comité organizador, que puso muy en alto el nombre de Costa Rica como sede ante la FIFA, los equipos y los espectadores.

Con su coraje, las costarricenses dejaron todo en la cancha, lección que demuestra que el corazón es un ingrediente esencial pero debe ser complementado con más horas de entrenamiento, nutrición especializada, preparación física y la experiencia que se adquiere con horas de partidos, y más justas internacionales. Esto demanda presupuesto.

Se deben superar las ingratas brechas con el fútbol masculino. Una muestra tangible y ofensiva fue fijar un juego el mismo día y a la misma hora del partido inaugural del Mundial. Dichosamente, la sensatez primó y fue reprogramado, pero la señal enviada dejó mucho que desear.

Reconozco que el fútbol es más que un deporte, funciona como un alma nacional que al unísono de sus equipos logra asentar el espíritu patrio. Ese mismo espíritu de celebración quizás es el más importante logro en esta participación, que enlazó a miles de costarricenses y se unió a la tendencia internacional de que las mujeres sí son capaces de llenar estadios, muestra de que son merecedoras de apoyo. ¡El fútbol también es cosa de mujeres!

Como dice el lema de Fundagol: la diferencia empieza en la cancha, el fútbol tiene la capacidad de empoderar a las niñas y jóvenes, a derribar los muros de la discriminación y aprovechar lo mejor de la diversidad.

El fútbol como deporte tiene la capacidad de inculcar esenciales habilidades blandas, como la visión estratégica, la disciplina, la priorización, el trabajo en equipo, la resiliencia a los fracasos, todas ellas cruciales para la vida, lo que nos reafirma que invertir en estas jóvenes deportistas, y las que vienen detrás, permitirá la formación de una nueva generación de líderes que no importa en donde se desempeñen tendrán la capacidad de brillar.

nmarin@alvarezymarin.com

La autora es politóloga.