Un breve tutorial democrático

En democracia no se ‘manda’; se lidera, administra, legisla o imparte justicia en el marco de pesos y contrapesos

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

El miércoles, tras la decisión de la Sala Constitucional que rechazó, por vicios de procedimiento, la ley sobre jornadas laborales de 12 horas, la jefa de fracción oficialista en la Asamblea, según publicó elmundo.cr, dijo lo siguiente: “¿Quién manda aquí, los diputados o los magistrados de la Sala IV?”. La respuesta es simple: en democracia no se “manda”; se lidera, administra, legisla o imparte justicia, en el marco de pesos y contrapesos.

Hasta aquí podría llegar mi columna. Sin embargo, como quizá la frase confunda a muchos, me atreví a elaborar un modesto “tutorial” democrático. Lo sintetizo en tres puntos.

1. La democracia real —o liberal, si prefieren— camina sobre dos carriles: el electoral y el institucional. Su legitimidad, en origen, emana de elecciones libres y competitivas, pero no basta. Se requieren, además, normas y procedimientos claros y estables, con tres propósitos esenciales: garantizar derechos (incluido el electoral), evitar la arbitrariedad y proteger la integridad de las instituciones en que lo anterior descansa. Pocas protecciones son tan importantes como la constitucional, que incluye interpretar los linderos en que, según nuestra Ley Fundamental, todos debemos actuar, en particular los diputados y demás servidores públicos. La dinámica de este entramado es lo que llamamos Estado de derecho, bastión de democracia.

2. El orden formal perdería sentido si no interactúa con una sociedad de personas y grupos independientes, que ejercen sus derechos sin temor, se respetan razonablemente y encuentran en las instituciones escudos de impulso y defensa. Erosionar estas prácticas desde podios de influencia, sea potenciando la ignorancia o exacerbando la crispación, atenta contra la democracia.

3. Como ciudadanos tenemos el derecho a discrepar o criticar las normas y decisiones. Pero también los ciudadanos y, sobre todo, los representantes elegidos, debemos respetarlas. No son opcionales, ni se pueden saltar con las garrochas de una votación legislativa, un decreto o una orden administrativa.

Cuando las decisiones se desvían, allí están la Sala Constitucional, otros tribunales, la prensa independiente y diversas instituciones compensatorias, como la Contraloría, para poner orden. Si levantan roncha, es señal de que están cumpliendo sus mandatos.

Correo: radarcostarica@gmail.com

X (anteriormente, Twitter): @eduardoulibarr1

El autor es periodista y analista.