Un atisbo de optimismo

Debo confesarlo, el socialismo con características chinas funciona. Sus promesas no han sido vanas. No es un mundo perfecto. Ninguno lo es. Pero funciona y crece pletórico de esperanzas

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En intimidad de letras que apretadas resumen reflexiones, se acerca mi retorno. Fue sustancial esta inmersión cultural en la milenaria China. No era visita utilitaria. Vine sin atestados profesionales y sin otro designio que no fuera descubrir en mí sus resonancias.

Era hora de reflexión. Los tiempos lo exigen. Un trasfondo de zozobra silencia pletóricos avances de ciencia y tecnología. Solo la política decide y suele decidir mal. Guerra y confrontación se imponen en escala demencial hacia abismos hasta hace poco impensables.

¿Cómo encontrar rescoldos civilizatorios de rescate de la paz, si esquivamos la concordia?

Aceptémoslo. Incontables pueblos viven desencantos. El alma de esta nieta de tutiles se estremece cuando la ultraderecha xenófoba, con olor de fascismo, llega al poder en Italia, se “normaliza” en la cultura política europea y gana elecciones en la sueca patria de la equidad. Eso es resultado de una democracia enferma de promesas incumplidas. Mala señal cuando se evaden las urnas y el voto pierde relevancia.

Ese es el contexto de mi visita a China. Vine a conocer de primera mano la más audaz jornada jamás emprendida de desarrollo económico, social y humano equilibrado, con victorias nunca vistas contra la pobreza y vitalidad moderna con sentido de continuidad, en perenne lucha por la armonía.

Visité regiones hasta hace poco miserables y hoy de pujante progreso; reconocí alegría de vida en ancianos jugando bádminton o volando papalotes en el parque. Debo confesarlo, el socialismo con características chinas funciona. Sus promesas no han sido vanas. No es un mundo perfecto. Ninguno lo es. Pero funciona y crece pletórico de esperanzas.

En ese contexto, Xi Jinping fue confirmado como secretario general pavimentando un tercer mandato. Se le reconoce una gestión marcada de éxitos internacionales, regionales y locales. Aquí soplan otros aires. Se respira confianza en el futuro. No podría decir lo mismo de las democracias occidentales en rampantes muletas de desigualdad y pobreza.

China es demasiado diferente a nosotros y yo no sabría cómo adaptar sus lecciones. Pero en esta intimidad de letras compartidas, confieso que es hermoso ver un país donde su clase política cumple expectativas. En ese arcoíris lejano, es un atisbo de optimismo, en medio de la desesperanza.

vgovaere@gmail.com

Velia Govaere, exviceministra de Economía, es catedrática de la UNED y especialista en Comercio Internacional con amplia experiencia en Centroamérica y el Caribe. Ha escrito tres libros sobre derecho comercial internacional y tratados de libre comercio. El más reciente se titula “Hegemonía de un modelo contradictorio en Costa Rica: procesos e impactos discordantes de los TLC”.