Un año para la historia

Muchas vidas y mucha sangre,costó la Costa Rica que disfrutamos hoy, y hay que abrir los ojos para comprender que quienes pueden destruirla no vienen de afuera, están dentro

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Cerramos el 2022. Fue un año escabroso para la libertad de expresión porque un gobierno de políticos advenedizos atentó contra ese derecho —utilizando el poder que les dio la democracia— con la intención de silenciar la denuncia y acallar la crítica.

Este año, como nunca en siete décadas, fue uno de amedrentamiento, amenazas e intimidación contra periodistas y medios de comunicación. También, quedará registrado como uno de coyunturas con mayor abundancia de discursos de odio en las redes sociales y, como sabemos ahora, con el uso cobarde de troles para polarizar y desacreditar a quienes se atreven a cuestionar a alguno de los advenedizos.

Lo deplorable es que, en esa estrategia, los acuerpan páginas que simulan ser medios independientes de comunicación, sujetos que se autodenominan periodistas por el solo hecho de que les invitan a preguntar en la conferencia de prensa semanal y una fraternidad de sindicalistas representantes de empleados públicos.

Pero, igualmente, a los líderes de las cámaras empresariales nada les importó que el intento del gobierno de Rodrigo Chaves Robles para “destruir” medios de comunicación significara un acto ilegal, una fisura en la libertad de empresa y en la seguridad jurídica. Estos y otros sectores influyentes en la sociedad optaron por congraciarse con el poder y dar la espalda a las verdaderas canalladas. Es de esperar que algún día estos y otros se quiten la venda para impedir que se repitan prácticas antidemocráticas como las sufridas en este 2022.

Es también un deber ciudadano exigir un gobierno con mandos íntegros y decentes; nunca ser siervos menguados, al punto de tolerar que el poder lo ejerzan personas ruines y mañosas como las que se atreven a desviar el poder para destruir al que consideran adversario o para alquilar troles con el fin de darles duro a sus críticos y manipular a la opinión pública. Cuando tanta bajeza está en los mandos del gobierno y el pueblo lo permite es porque desdeña que ese es un paso hacia el autoritarismo.

Muchas vidas y sangre costaron la Costa Rica que disfrutamos hoy, y hay que abrir los ojos para comprender que quienes pueden destruirla no vienen de afuera, están dentro.

amayorga@nacion.com

El autor es jefe de Redacción de La Nación.