Trumpología

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

¿Llegaremos a definir la trumpología como un nuevo campo científico? Tal vez nunca se vio en el desierto un simún con un número de granos de arena comparable al de gacetillas, artículos, columnas, “posteos” y “tuiteos” dedicados a Donald Trump en la prensa y en las redes sociales de la actualidad. En Costa Rica, por ejemplo, solo el resobado tema de la platina atrae más interés, pero ya sabemos que tan pronto como se abra el nuevo puente llegará el fin de la platinología noticiosa. Así que, para agregar nuestro granito de arena a la tórrida tormenta, comentaremos unos detalles que nos llaman la atención.

Muchos de nuestros opinadores parecen sentirse sorprendidos o agobiados por cada una de las decisiones adoptadas por el presidente Trump durante sus primeros días de gobierno. La única explicación que se nos ocurre es que nuestros compatriotas, acostumbrados a que los elegidos para gobernarnos olviden sus promesas una vez investidos, nunca creyeron que Trump fuera a cumplir alguna de las suyas y, por lo menos hasta donde nuestra capacidad de consumo noticiero llega, en lo que ha hecho hasta ahora no hay nada que no hubiera anunciado en la campaña electoral. ¿Por qué las caritas?

Otro es la puesta en circulación, por parte de varios expertos de cantina, de comparaciones de Donald Trump con Calígula, con Nerón o con ambos. La más extraña fue la que le dio importancia a una supuesta semejanza física entre Trump y Nerón, basada en el color de las cabelleras de ambos, pues según los cronistas todas las secreciones pilosas que surgían del cuerpo de Nerón eran de tono broncíneo. La coincidencia que sí cuenta es el hecho de que Nerón, al igual que Trump, hizo carrera en el show business. No fue estrella de la televisión, pero, como buen cantautor, daba conciertos en muchas ciudades del imperio.

Las fuentes de la historia palaciega de los años que van del 37 al 68, período dentro del cual Calígula y Nerón fueron emperadores, no son, en general, confiables, en particular por la rápida desaparición de lo escrito por testigos directos –entonces no había fotocopiadoras– y, por así decirlo, porque se estaba muy lejos de contar con WikiLeaks. No obstante, aun cuando no debemos creer a pie juntillas los chismes de alcoba que nos llegan sobre ambos emperadores, hay consenso histórico en que los dos fueron adorados por la plebe, como le ocurre hasta el momento a Trump.