Sin cacao

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El país tiene entre manos la posibilidad de lograr un inusitado avance económico y social. El gran salto adelante haría del envejecimiento de la población un motor del desarrollo económico y no una desventaja. El método fue inventado por la Corte Suprema de Justicia y promete revolucionar el pensamiento económico.

El sistema de pensiones del Poder Judicial es perfectamente sostenible, dicen sus beneficiarios, con solo hacer algunos ajustes. Para el resto de la población, un régimen así enmendado representaría una bonanza. En consecuencia, la solución de los problemas nacionales, actuales y futuros, está en la universalización de las condiciones de jubilación de la Corte.

A los 60 años, en el caso de las mujeres, y a los 62 cuando se trate de hombres, los costarricenses gozarán de un pago mensual equivalente al 85 % del promedio de sus últimos 120 salarios. El beneficio podrá lograrse con 35 años de servicio y las pensiones tendrán un tope de ¢4 millones.

Quizá la jubilación promedio no llegue a los ¢768.000 disfrutados en la actualidad por los pensionados del Poder Judicial, porque algún efecto tendrá la reforma sometida a examen del Congreso, pero entre esa suma y el promedio de ¢269.000 pagado por el Régimen de Invalidez, Vejez y Muerte de la Caja Costarricense de Seguro Social hay un amplio trecho.

Todo eso se logra con una cotización obrera del 11 %, sumada a una cuota patronal del 14,36 %, más un 1,24 % del Estado. La oferta es irresistible en vista de los beneficios. Al llegar a una temprana edad de retiro, los costarricenses conservarán la mayor parte de su poder adquisitivo y dinamizarán la economía mediante el consumo, probablemente ampliado por las licencias del ocio.

No habrá duda de nuestro sitio cimero en la lista de las naciones más felices del planeta. Con muchos años por delante y suficiente dinero en el bolsillo, prácticamente estaremos obligados a disfrutar, sin asomo de envidia por los goces de Europa.

Como la población nacional envejece, cada vez habrá más ciudadanos en la envidiable posición de jubilado y el país se aproximará, a pasos agigantados, al ideal igualitario. El crecimiento económico irá de la mano del aumento del ingreso per cápita. No merecemos menos. Las sociedades más ricas se beneficiaron, en su momento, de la innovación y el desarrollo tecnológico.

¿Por qué debe conformarse con menos un país capaz de inventar la fórmula del chocolate sin cacao?

Armando González es director de La Nación.