Respuesta a Óscar Arias

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El expresidente Óscar Arias planteó públicamente una inquietud sobre el tipo de cambio. Por su gran peso intelectual y político, me parece justo (y necesario) compartir con él algunas reflexiones.

El fortalecimiento del colón es la principal fuente de preocupaciones. ¿Convendría, entonces, que el Banco Central adoptara medidas para evitarlo? O, más incisivamente, ¿se le debería forzar a devaluar arbitrariamente? Mi opinión es que no.

Su política cambiaria se funda en criterios técnicos ajenos a la política electoral y grupos de presión, y el nuevo régimen cambiario, aunque perfectible, anida suficiente flexibilidad para lograr el equilibrio. Sería erróneo esquilmarlos.

Algunas monedas latinoamericanas se han depreciado frente al dólar mientras que el colón más bien se ha apreciado. Es cierto, pero hay una explicación muy clara: los exportadores de petróleo vieron deteriorarse sus términos de intercambio y por eso han sufrido sus monedas.

Costa Rica es importadora neta y la baja del crudo la favorece. Eso explica, en parte, la apreciación del colón. El tipo de cambio real de equilibrio no está desalineado ni reñido con los fundamentales; las reservas han permanecido muy estables (salvo por el plan blindaje y colocación de eurodólares) lo que también muestra que el Central no impide devaluar, que es la crítica fundamental.

Otra queja es que el tipo de cambio real de equilibrio se acerca al margen inferior de su zona de confort y bien se podría palanquear a otro nivel más alto dentro de esa zona. La respuesta es sí, pero no.

Si las cotizaciones suben por cambios en los fundamentales o menor deuda externa oficial, está muy bien, pero si las presionan arbitrariamente (a huevo), conminando al Banco Central a comprar reservas que no necesita para luego tener que esterilizar la emisión, entonces no. Aumentarían sus pérdidas y la inflación futura, lo que trasladaría el costo a los más pobres.

¿Por qué acosar a una de las pocas instituciones que está trabajando bien? Más bien, lo que procede es abortar el endeudamiento externo y controlar el déficit fiscal para no presionar las tasas de interés ni estimular entradas de capital, que aprecian el colón. Ahí yace el problema esencial, no en el Banco Central.

Ningún político ni grupo de interés debe obligarlo a actuar en contra de sus criterios técnicos. Si se percibiera (y demostrara) algún error, la respuesta prevista en el ordenamiento jurídico sería remover al jerarca, pero no tratar de dirigir la política cambiaria desde Zapote. Una ofensa grave a su autonomía.

(*) Jorge Guardia es abogado y economista. Fue presidente del Banco Central y consejero en el Fondo Monetario Internacional. Es, además, profesor de Economía y Derecho económico en la Universidad de Costa Rica.