La economía crece bien, sobre todo en las zonas francas. La inflación es baja, en buena parte por la acertada política monetaria del Banco Central. El tipo de cambio real está alineado a su nivel a largo plazo y las reservas internacionales son sólidas.
El sistema bancario parece ser resiliente a choques externos. La reforma fiscal del 2018, combinada con una política de contención del gasto, llevó a que el país tenga un superávit primario y que la deuda pública deje de crecer. La ejecución de la ley de empleo público ayudará a reducir el gasto en salarios a mediano plazo.
Estas son, básicamente, las principales conclusiones de la misión de técnicos del Fondo Monetario Internacional, luego de su reciente visita al país.
Pintan un panorama muy positivo para Costa Rica, pero, como todo auditor, siempre encuentran algo perfectible. De ahí emanan una serie de recomendaciones u “oportunidades de mejora” con el fin de potenciar más lo hecho hasta ahora.
En cuanto al crecimiento económico, recomiendan mejorar el clima de negocios fuera de las zonas francas para aumentar los vínculos de la inversión extranjera con la economía doméstica. Lo de siempre: mejorar la educación y conectividad, y bajar el costo de la electricidad.
Recomiendan reforzar la autonomía, la gobernanza y el marco operativo del Banco Central. Que intervenga menos (y mejor), primordialmente en las compras de divisas del sector público, para así tener un mercado cambiario más profundo, líquido y flexible.
Las reformas del sistema financiero deben profundizarse en busca de una mayor competencia entre instituciones financieras (públicas y privadas).
En lo fiscal, los técnicos del Fondo piden no aflojar la política de contención del gasto a través de la regla fiscal. Por el lado tributario, recomiendan eliminar exoneraciones, transformar el impuesto sobre la renta en dual e introducir un impuesto mínimo mundial, con miras a que Costa Rica pueda orientar los incentivos fiscales hacia la inversión extranjera, sin ceder ingresos fiscales a otros países.
Yo interpreto estas últimas recomendaciones como mejoras al sistema tributario, en favor de la eficiencia y equidad. No deben interpretarse como un cheque en blanco para que los políticos introduzcan nuevos impuestos en el futuro, con la excusa de que “el Fondo así lo ordena”.
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El autor es economista.