Radar: Dos rupturas clave

La gran batalla en la que realmente estamos es entre dos concepciones distintas de Estado.

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

¿Creó la huelga una ruptura entre empleados públicos y privados? No creo. Ni la mayoría de los primeros participaron en ella, ni los dos grupos son homogéneos, ni han desacoplado sus esferas de vida (algunos hasta comparten la misma cama), ni sus responsabilidades difieren en esencia: generar procesos, servicios y productos de calidad a cambio de una remuneración.

¿Ampliará la reforma fiscal las desigualdades? Al contrario. El Instituto de Investigaciones en Ciencia Económicas de la UCR demostró su carácter marginalmente progresivo: el mayor peso caerá sobre los sectores más pudientes. Un grupo de familias pobres se verán muy afectadas, pero la política social permitirá neutralizar tal efecto. Más bien, las grandes desigualdades nos explotarán en la cara y multiplicarán con una crisis fiscal.

¿Tiene sentido hablar de fractura social? Tampoco. Se produjeron severas alteraciones al orden público, pero no como resultado de protestas generalizadas, sino de acciones perturbadoras rechazadas por una abrumadora mayoría de la gente. En general, la sociedad mantuvo su calma y prudencia, y, a la larga, una parte aumentó su cohesión, como sugiere (no demuestra) la gran cantidad de voluntarios que se han ofrecido para supervisar los exámenes de bachillerato.

Las dos grandes rupturas, que ambos procesos sí precipitaron, pero vienen de lejos, son estas: 1. Entre un concepto de Estado que se centra en maximizar las rentas y mantener la comodidad de sus operadores a costa del resto del país y otro que lo define como generador de servicios de alta calidad y eficiencia, en función de los ciudadanos y sometido a su control. 2. Entre una noción de las interacciones sociales amarrada al statu quo y atada a rutinas o privilegios institucionales y grupales, y otra dedicada a usar dinámicas y estructuras abiertas, flexibles e innovadoras para construir mejores formas de organización, generación de acuerdos y canalización de conflictos.

En las segundas partes de ambas concepciones hay promisorios horizontes para el futuro. Pero en las primeras aún existen recios cotos de poder y determinación de usarlos contra viento y marea, sin reparar en costos. Este es el amplio trasfondo de las tensiones actuales; la gran batalla en que, realmente, estamos.

Correo: eduardoulibarri@gmail.com

Twitter: @eduardoulibarr1

Eduardo Ulibarri es periodista, profesor universitario y diplomático. Consultor en análisis sociopolítico y estrategias de comunicación. Exembajador de Costa Rica ante las Naciones Unidas (2010-2014).