¿Quién ganó el debate cambiario?

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Varias interrogantes reverdecieron el debate cambiario. Hay brotes muy recientes: ¿Podrá el Banco Central seguir perdiendo reservas? ¿Ha sido suficiente el ajuste reciente para hallar un nuevo equilibrio? ¿Quién sale vencedor en este debate? No se exalten. Vamos en orden.

¿Puede el BCCR seguir usando divisas en el 2016/17 sin comprometer su nivel de reservas (RIN)? La respuesta es sí. Emana del Programa Macro y de su Comentario sobre la economía nacional (N.° 10 del pasado 6 de octubre). Si se perdieran los $300 millones presupuestados en el 2017, las RIN aún representarían un 12% del PIB y seguirían en un nivel aceptable mundialmente: entre un 11% del PIB y un 14% del PIB.

¿Fue suficiente el ajuste reciente para migrar a un nuevo equilibrio? Es la pregunta de fondo. La respuesta saldrá del mercado en estos meses. Quienes, por infortunio, carecemos de fortuna para seguir el mercado desde adentro, lo miramos por la ventana (chonetes). Buscamos dos luces esclarecedoras: qué piensa oficialmente el BCCR y cómo evolucionan las RIN. El primero dijo el viernes pasado: “No existe el compromiso con un valor particular para este macroprecio”. Eso es clave en el debate. No hay tal tipo de cambio fijo, pero tampoco flota libremente.

La evolución de las RIN tampoco arroja muchas luces (mucho rinrín y pocos helados). Ni siquiera hay consenso sobre cuántas son ni cuántas se han perdido. Para unos, se están comiendo los ahorros; para otros, rondan $7.840 millones (promedio) en los últimos 12 meses, señal de que el tipo de cambio deambula en su zona de equilibrio. El BCCR prohíja un enfoque más pragmático: compró de más en las vacas gordas para luego alimentar las vacas flacas y suavizar altibajos, en aras de la estabilidad. Y en esa misma vena centralizó las operaciones del sector público no financiero. Entonces, ¿quién ganó el debate? Hay varios nominados. El sobre, por favor. (Suspenso…).

And the winner is: el nuevo régimen de flotación, aprobado en el 2015. Salió ileso de todas las pruebas, algunas muy duras, arrojadas en su largo y tortuoso camino por la liberalización; mantuvo su vigencia por encima de tantos intentos frustrados por regresar al pasado (minis, bandas) y logró persuadir a sus oponentes de ayer de defenderla hoy a capa y espada. Se modernizó, al fin, el régimen cambiario costarricense. Pero hay retos pendientes. La política cambiaria estaba entre los nominados y no llegó a ganar. El jurado estaba dividido. ¿Se reivindicará? Lo sabremos el año entrante al volver con un nuevo y emocionante certamen.