Qué hacer en pro de Gaza

Es necesario que haya un proceso para trabajar por la paz y un arreglo político viable

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ESTOCOLMO- Gaza ha sido durante mucho tiempo una de las cuestiones geopolíticas que todos desearían que desapareciera. Israel, sin duda, preferiría aislar el enclave palestino, tanto de su propio territorio como de su mente colectiva.

Y a pesar de las declaraciones ocasionales en sentido contrario, Egipto tiende a sentir lo mismo. Siempre que se ha vuelto a hablar de buscar la paz en la región, Gaza es casi siempre el tema que se deja en un segundo plano.

Es cierto que los organismos humanitarios y de socorro publican periódicamente informes detallados sobre las terribles condiciones que enfrentan los dos millones de habitantes de Gaza; están atrapados en uno de los lugares más densamente poblados y con menos recursos de la tierra.

Sin embargo, el auditorio de esta explicación de la privación y la desesperación tiende a disminuir cada vez que surge una nueva crisis humanitaria en otro lugar y llama la atención del mundo. Por tanto, una solución duradera a la miseria en Gaza permanece fuera de vista para siempre.

El estallido de violencia sigue un patrón familiar: Hamás y sus aliados disparan descargas de cohetes contra Israel, que responde con oleadas de ataques aéreos. Después de cada uno de esos conflictos, el último de los grandes fue en el 2014, la situación vuelve al statu quo roto. La comunidad internacional pronto vuelve a la normalidad, la situación humanitaria en Gaza se deteriora cada vez más y el ciclo nuevamente se repite.

Testigo de la situación. Cuando visité Gaza a principios del 2009, uno de esos capítulos de violencia acababa de terminar. Tanto extremistas militantes como civiles inocentes habían muerto en Gaza y se había atacado a civiles inocentes en Israel.

Mientras estaba allí, vi la devastación en las partes más afectadas del norte de la Franja de Gaza y hablé con líderes empresariales palestinos que habían estado tratando de ofrecer esperanza a los habitantes de Gaza construyendo puentes con sus socios en Israel. La futilidad de estos conflictos cíclicos estaba tan clara entonces como ahora.

Mi esperanza esta vez es que después del cese del lanzamiento de cohetes y los ataques aéreos, haya valientes pacificadores que no rehuyan tomar las medidas necesarias para romper el patrón de desesperanza.

Eso requerirá mucho más que otro alto el fuego. Es necesario que haya un proceso para trabajar por la paz y un arreglo político viable.

Israel ha impuesto un estricto bloqueo terrestre, aéreo y marítimo en Gaza desde el 2007, con el objetivo de poner fin al gobierno de Hamás allí. El objetivo es loable, pero los métodos han sido contraproducentes y la política en general ha fracasado, obviamente.

Hamás todavía gobierna y todavía se las ha arreglado para conseguir miles de cohetes. Gaza es ahora un caldo de cultivo para terroristas, muchos de los cuales tal vez no vean otra opción.

Bases para un acuerdo. Por supuesto, idear una solución viable no será fácil, pero creo que es posible con un proceso a largo plazo basado en cuatro principios. El objetivo debe ser un acuerdo que detenga los cohetes, los bombardeos, la excavación de túneles y las matanzas, y establezca las bases para un acuerdo de paz más completo en el futuro.

Para ello, el primer principio es que el bloqueo debe terminar. Esta política ha destruido la economía de Gaza. Con el comercio exterior casi imposible, el territorio se ha vuelto dependiente del contrabando, y esas operaciones están naturalmente controladas por Hamás.

El contrabando ha llenado las arcas de Hamás y le ha permitido obtener la mayoría de los artículos que Israel ha estado tratando de bloquear, en particular cohetes y componentes para construir los suyos propios.

En segundo lugar, deben abordarse las legítimas preocupaciones de seguridad de Israel. Después de todo, ningún país puede tolerar ser objeto de ataques indiscriminados con cohetes.

Pero Israel también debe reconocer que su política de defensa inquebrantable ha fracasado. Deberá abrirse más a los esfuerzos de la comunidad internacional, es decir, la Organización de las Naciones Unidas, la Unión Europea y los Estados Unidos, para crear un mejor arreglo con el propósito de tratar sus legítimos intereses de seguridad.

Ayuda condicionada. En tercer lugar, Gaza debe convertirse en parte de la administración palestina reconocida internacionalmente. Cualquier paquete de ayuda y fondos para la reconstrucción, una vez finalizada la lucha, debe estar condicionado a la celebración de elecciones libres y justas en Gaza y Cisjordania.

Por último, la viabilidad de una solución a largo plazo requiere afirmar el uso futuro de Gaza por parte del Estado de Palestina para acceder al Mediterráneo, que será su principal puerta de entrada al mundo.

En consecuencia, Gaza necesitará su propio puerto y aeropuerto, así como una conexión con Cisjordania (dispuesta de tal manera que no amenace la seguridad israelí).

Gran parte del debate en este momento se centra en la búsqueda de culpables de la más reciente ola de violencia y sufrimiento. Un enfoque más constructivo, aunque difícil, sería reconocer que ambas partes tienen razón en aspectos fundamentales. Eso permitiría a todos comenzar a centrarse en el objetivo de un acuerdo a largo plazo basado en los cuatro principios descritos anteriormente.

Con eso, la última guerra innecesaria de Gaza finalmente podría conducir a una paz necesaria. Mi esperanza es volver a Gaza algún día y ver a empresarios construyendo negocios y puentes hacia la economía mundial, y brindando empleo a los jóvenes, que de otro modo no verían alternativa al extremismo. Los palestinos, y los israelíes, no merecen menos.

Carl Bildt fue primer ministro y ministro de Asuntos Exteriores de Suecia.

© Project Syndicate 1995–2021