Polígono: Solidaridad

Un gesto deportivo en el cual, sin embargo, también se vislumbra un matiz político.

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Aun cuando acostumbro pasar por alto las informaciones deportivas, un día de estos atrajo mi atención una singular noticia: después de haber ganado en el terreno de juego el derecho a participar en la fase final de una importante competencia mundial, el equipo nacional de un país católico de Europa renunció noblemente a ese derecho para cedérselo al de una “nación sin soberanía” que existe en el norte del continente americano y, por añadidura, es de religión animista. ¿Podríamos nosotros imaginarnos a la Selección Nacional de Fútbol de Costa Rica renunciando a participar en el Mundial de Catar para que lo haga, en su lugar, la de la República de Calmuquia, único país budista de Europa y al que la FIFA no le reconoce el atributo de soberanía que sí les confiere a las islas Feroe?

Todo comenzó hace varios siglos, cuando el Gran Espíritu les hizo un obsequio especial a los pueblos integrantes de la “liga de la casa larga” —conocidos más tarde como iroqueses—, confederación precolombina formada por las naciones cayuga, mohawk, oneida, onondaga, tuscarora y seneca. Estos pueblos sellaron la paz entre ellos mediante una Constitución que serviría de modelo, incluso en sus símbolos, a la de Estados Unidos. El regalo que recibieron consistía en un juego sagrado que, en el fondo, era un sustituto de la guerra y, hoy, podemos decir que milagrosamente se practica, por supuesto con modificaciones, en casi todo el mundo. Se llama lacrosse (pronúnciese lacrós) y Costa Rica figura, por cierto, en la organización internacional de ese deporte.

Si bien el lacrosse es deporte nacional de Canadá, y existe la Selección de Lacrosse de Estados Unidos, en las competiciones internacionales participa un equipo nacional de los iroqueses, para quienes sigue siendo un juego sagrado. Por esa razón, esta vez el equipo nacional de lacrosse de la República de Irlanda, tras clasificarse para el campeonato mundial que tendrá lugar en Alabama, le cedió su lugar al conjunto de las naciones iroquesas.

Un gesto deportivo, si lo hay. Sin embargo, se vislumbra un matiz político. Iroqueses e irlandeses fueron víctimas de genocidios perpetrados por los británicos, quienes los vendieron como esclavos en las Antillas. ¿Será eso pura coincidencia?

duranayanegui@gmail.com

El autor es químico.