Polígono: Alarma olvidada

En mayo de 1933, un periodista publicó una serie de artículos sobre el ascenso al poder de Hitler. Es de mucha actualidad, aun cuando exige al lector ubicarse en el lugar y en el momento en los que fue escrito.

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Manuel Chaves Nogales no hizo vaticinios ni profecías. Explicó acertadamente y advirtió, pero sin resultado. Fue un periodista de grandes temas –una especie de Curzio Malaparte republicano– y director del diario Ahora, que llegó a ser el de mayor circulación en España y fue clausurado en 1936. Fue defensor de la República Española, pero su repulsa a toda fórmula totalitaria le produjo abundantes antipatías. En mayo de 1933, después de recorrer la Alemania del nazismo triunfante, publicó, a la manera de sombría advertencia a los españoles, una serie de artículos sobre el ascenso al poder de Hitler, titulada “Cómo se vive en los países de régimen fascista”. Por supuesto, tras el triunfo del fascismo en su patria quedó sepultado el recuerdo de la alarma que había hecho resonar infructuosamente.

Una editorial poco conocida recogió hace pocos años aquellos artículos en un pequeño libro titulado Bajo el signo de la esvástica, de circulación al parecer reducida. Cuando llegó a nuestras manos, pensamos que se trataba de uno más entre los numerosos testimonios que se han publicado sobre aquella aciaga experiencia europea, pero no tardamos en descubrir que este es de mucha actualidad, aun cuando exige al lector ubicarse en el lugar y en el momento en los que fue escrito: Hitler estaba ya en el poder, pero técnicamente era solo el jefe de gobierno de una agonizante república en la que otra persona ostentaba el título de presidente.

En aquellos días, se esmeró en señalar el periodista, no eran las decisiones gubernamentales las que más dejaban entrever la barbarie que comenzaba a imponerse en Alemania, sino las acciones callejeras, espontáneas solo en apariencia, de las organizaciones del partido nazi, ilegalmente armadas y preparadas bajo esquemas castrenses, que se dedicaban a cometer desmanes de monstruosa eficacia represiva. Al tiempo que en la Liga de las Naciones se discutía si las fuerzas armadas de Alemania no habrían sobrepasado el límite de cien mil efectivos impuesto por el tratado de Versalles, el partido nazi disponía –Chaves Nogales lo documenta– de cerca de un millón de hombres organizados y entrenados en cuerpos paramilitares, algunos de ellos provistos de nombres inofensivos. Detalle que también cuenta como advertencia para las democracias de nuestro tiempo.

duranayanegui@gmail.com