¿Picadillo cantonal o reforma territorial?

Para evitar más fragmentación del territorio, la regionalización es el instrumento idóneo

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A principios de la década de los setenta, invitado por el Instituto de Tierras y Colonización (ITCO), llegó al país el geógrafo alemán Helmuth Nuhn.

Venía a realizar estudios en la región norte, aunque luego trabajó en el atlas geográfico nacional y, sobre todo —ante lo que ya entonces era una obsoleta división territorial y administrativa—, participó en el diseño del sistema de regiones para el desarrollo, para la Oficina de Planificación Nacional (Ofiplán).

Fue a partir del análisis de las estructuras geográficas regionales, basadas en criterios geofísicos y socioeconómicos, que el geógrafo identificó en el país seis grandes regiones con fines de planificación del desarrollo y la administración.

La regionalización funcional propuesta a la sazón sobrepasaba los límites provinciales para orientarse más bien por los cantonales y distritales, conformando así unidades político-administrativas relativamente homogéneas tanto en lo físico como en lo económico, y con sus centros funcionales de abastecimiento claramente identificados.

En síntesis, y siguiendo al historiador y geógrafo Carlos Meléndez, quien le dedicó un ilustrativo estudio (“El medio geográfico”), podemos describir así las regiones propuestas por Nuhn:

Región Central: el centro del país, sus valles interiores con las zonas montañosas colindantes. Hacia el centro de dicha región, a su vez, se encontraba la aglomeración de la Subregión Área Metropolitana, que debido a la descontrolada expansión urbana devino en la Gran Área Metropolitana (GAM).

Región Oeste: el puerto de Puntarenas y toda su área de influencia en las vecindades del golfo de Nicoya.

Región Noroeste: toda la provincia de Guanacaste y Upala, en la jurisdicción de la provincia de Alajuela.

Región Norte: las llanuras que limitan al norte con las márgenes del río San Juan y se extienden hasta el río Frío.

Región Este: toda la provincia de Limón y la llanura aledaña a Puerto Viejo de Sarapiquí, en la jurisdicción de la provincia de Heredia.

Región Sur: desde Parrita hasta punta Burica, en la costa, y los valles de El General y Coto Brus hacia el interior del territorio.

Empero, ya convertida la Ofiplán en Ministerio (Mideplán), aquella propuesta de regionalización fue sometida a la arbitraria “creatividad” burocrática de sucesivas administraciones, de la Oduber Quirós (1974-1978) a la Calderón Fournier (1990-1994), con lo que sufrió cambios no siempre felices ni sensatos.

Tales cambios, sumados a erráticas decisiones de las administraciones que nos han gobernado en lo que va del siglo XXI, han terminado por desfigurar la propuesta y neutralizar del todo lo que era el fin del proceso de regionalización: la búsqueda del desarrollo y de una cierta equidad territorial.

Medio siglo después

Por esa razón, cincuenta años han pasado desde su planteamiento, y la bomba de tiempo que es la carencia de planificación y de coordinación administrativa en todos los niveles en que se maneja el país (ya tenemos zonas enteras de él donde el nuestro es un Estado fallido) amenaza con reventarnos en las subdesarrolladas manos.

Mas, en lugar de atender el peligroso fenómeno en todas sus complejas causas y consecuencias con el instrumento legal al que están facultados, a un nutrido grupo de diputados (los que las proponen y los que brindan su voto a tan descabelladas iniciativas) lo único que se les ocurre recientemente es crear más cantones en las afueras de la GAM… pues, cuantos más cantones, más clientela, pensarán en su “democratismo” populista.

No obstante, ¿podrán esos padres de la patria decirnos de dónde van a salir los ingresos de esos distritos convertidos por arte de birlibirloque en municipios? Pues, ¿qué viabilidad económica tiene un territorio habitado por apenas entre 5.000 y 11.000 personas? ¿Y qué relación real existe entre la creación de esos “cantones” y la planificación territorial con miras al deseado desarrollo?

Por su parte, ante el novísimo fenómeno de la fiebre cantonal desatada en la Asamblea Legislativa, según una reciente noticia de este mismo medio (”Ministra rechaza más cantones”), Laura Fernández, ministra de Planificación Nacional y Política Económica, se manifestó preocupada de que tal fragmentación administrativa redunde en un picadillo de su territorio.

Eso sí, como toda respuesta del Ejecutivo, dijo: “Hemos advertido respetuosamente a los señores diputados de lo delicadísimo que es crear nuevos cantones”, pero ¿nada más? Parece no advertir que, pese a las prerrogativas legales de la Asamblea Legislativa en la materia, la que tiene el sartén por el mango es ella.

Elabore esa funcionaria junto con su cohorte de burócratas especializados un proyecto de ley sólido, claro y práctico que retome la propuesta de regionalización de Nuhn, uno que la revise de acuerdo con los cambios que ha sufrido el país en este medio siglo y que lo envíe al Congreso para su estudio y discusión. Pero hágalo sin demora, antes de que se nos “municipalice” el país entero.

Por difícil que sea intentar siquiera mejorar la coordinación entre las municipalidades y sus comunidades en el plano local, y la del centro con la periferia en el plano nacional, la regionalización es el instrumento idóneo.

Contra tantos

Un proyecto de ley como este, claro está, enfrentará la oposición de muchos, pues rozará los intereses de fueros y de feudos administrativos, empezando por los de su mismo ministerio. De acuerdo con el geógrafo José Alfredo Calderón (“Las provincias o regiones y la Constitución”), las instancias burocráticas y desarticuladas que producen muchos diagnósticos, pero pocas propuestas de desarrollo regional, son el Mideplán, el Inder, la CNE, el INVU, el IGN, el IMN, el MG, el Mivah, el Banhvi, la DGEC, la Setena, el Sinac, la DGM, el Estado de la Nación, Extensión del MAG y otras, para no mencionar a ciertas autónomas, que de tanto serlo andan por ahí como moro sin señor.

Así el panorama, advierta la ministra cuánto desee respetuosamente a los diputados, de lo delicadísimo que es crear nuevos cantones, pero hágalo con un proyecto sobre regionalización en la mano, salido del Ministerio al que le corresponde esa tarea, y ojalá impulsado realmente por el Ejecutivo.

Que demuestre que se quiere comer la bronca de la inaplazable reforma territorial de una vez.

andfer1@gmail.com

El autor es arquitecto.