Página quince: La nueva realidad

Los retos del nuevo año son muchos y, por tanto, el gobierno debe aprovechar el tiempo al máximo

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El gobierno y los diputados deben tomar las medidas urgentes que garanticen la recuperación económica y social.

Ese es el mayor reto en el 2021 y será necesario un gran acuerdo político para salir del atolladero. Las fracciones legislativas tienen la tarea de buscar puntos de coincidencia.

El desgaste político del gobierno es el talón de Aquiles, por lo cual la agenda deberá centrarse en pocos asuntos clave y dejar una ruta trazada con la asesoría de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El impacto de la covid-19 y la precaria situación fiscal arrastrada desde el 2019 exigen correcciones, pero debe haber voluntad política, a sabiendas de que todo ajuste tendrá un costo.

En el campo sanitario, no hay que bajar la guardia. Protegerse es obligación de cada uno. Lo que sucede en Europa y Estados Unidos y varios países latinoamericanos debe llamar a la reflexión. La pandemia no ha desaparecido y todos debemos actuar con gran precaución.

La covid-19 generó desesperanza y aumentó dramáticamente el desempleo. La única forma de revertir la situación económica y social es estimulando el sector productivo para crear puestos de trabajo.

Este es un problema urgente que debe resolver el gobierno. Las vacunas son una esperanza, lo difícil es calcular cuánto tardaremos en lograr la inmunidad de rebaño para vivir la nueva normalidad.

Reconstrucción. El coronavirus originó la más grande contracción mundial de los últimos 25 años. Hemos vivido 14 recesiones y esta es la más compleja, después de la Segunda Guerra Mundial.

El Banco Mundial pronostica una caída global del 6,1 %. Es la primera vez que tantos países sufren una situación financiera tan grave desde 1870.

La pandemia afecta a 254 países y ha causado la muerte a 1,5 millones de seres humanos. El Banco Mundial estima que unos 49 millones de personas caerán en la pobreza extrema en el mundo.

A los países no les queda otro camino que endeudarse más con la esperanza de que la economía mundial se recupere lentamente en el 2021.

Los bancos centrales reaccionaron con nuevas regulaciones, reduciendo encajes, dando mayor liquidez, comprando activos dañados, reduciendo requisitos y dando solvencia y confianza a las instituciones financieras. Tomaron el papel de prestamista de última instancia.

Los gobiernos sin problemas fiscales han logrado sobrellevar la situación y dan un apoyo mínimo con subsidio a los más afectados.

En Costa Rica, la suspensión de clases, la falta de conectividad, la carencia de recursos humanos capacitados para dar lecciones virtuales y la ausencia de equipos amplió la brecha social.

La desatención en muchos servicios primarios de salud también tendrá repercusiones a largo plazo en el desarrollo del recurso humano.

Pronósticos. Los augurios mundiales son relativamente positivos gracias al desarrollo de vacunas, pero se requerirá un esfuerzo social y solidario entre naciones.

Es muy probable que los tratamientos evolucionen y la mortalidad disminuya. El gobierno debe impedir a toda costa que más personas caigan en el desempleo.

Esperemos que no haya agitaciones financieras, sociales y políticas que perturben todavía más la ardua tarea de reconstrucción. Debe fortalecerse el comercio mundial y vigorizar a la Organización Mundial del Comercio.

La pandemia ofrece una oportunidad de cambio que Costa Rica debe aprovechar. El cierre de negocios afectó las cadenas de valor mundiales, golpeó el comercio y la producción, y obliga a ordenar el gasto público y a buscar una solución al déficit fiscal y el endeudamiento.

El país no debe seguir posponiendo la corrección de los crecientes costos laborales del sector público, la rigidez del gasto, las crecientes transferencias y las pensiones millonarias.

Debe ordenar el endeudamiento de las instituciones públicas del sector no financiero —que ya representa un 10 % del PIB— antes de que sea inmanejable. Definitivamente, debe efectuar decenas de cambios estructurales, pero hay que fijar prioridades y analizar la viabilidad política.

Esperanza. No cabe duda de la necesidad de ajustes en el modelo de desarrollo y en la productividad del sector publico. La informalidad aumentó geométricamente, agravando los problemas sociales y económicos.

Debe protegerse mayormente a las personas más pobres y vulnerables, en especial a las mujeres, que representan el 60 % de la economía informal, son víctimas de violencia y cuentan con menos posibilidades de conseguir empleo debido a sus responsabilidades de cuidado de los niños y otros familiares, que la cultura patriarcal y machista les impone. Además, se desempeñan mayoritariamente en el área de servicios.

La esperanza es que la demanda se incremente para atraer nuevas inversiones. Ya no existe capacidad de endeudamiento ni confianza para captar nuevos ahorros. El gobierno debe proteger las divisas y evitar devaluaciones, que al final generarán inflación, desestabilidad e injusticia.

Lo planeado para el 2021 será muy diferente y tenemos que adaptarnos a la nueva realidad, con la esperanza de lograr un mejor futuro para todos.

Existe el imperativo de atacar las desigualdades que la emergencia sanitaria desnudó. Después de esta crisis deberemos preocuparnos por cómo compactar la ciudad y pensar en la forma de facilitar a los habitantes mejor acceso al trabajo, restaurantes, escuelas, entrenamiento, servicios y tiendas.

Lo crucial es reducir la contaminación debida a la falta de planificación de las ciudades, la poca infraestructura y al transporte público ineficiente.

Hay que flexibilizar el trabajo y aprender a laborar en equipo, sin necesidad de desplazarse todos los días. La pandemia traerá una nueva ola de emprendedores y el país deberá contar con modelos que aceleren y premien el riesgo para transformar el clima actual, ya que solo obstáculos pone a los nuevos empresarios.

Sin duda el desempleo alto produce que muchos busquen nuevas oportunidades y, así, surgirán diferentes ideas y negocios. Toda crisis debe servir para reflexionar y mejorar.

La educación, el entrenamiento, el trabajo, los centros de negocios, la vivienda, la convivencia, las áreas de recreo, el transporte y la estructura familiar van a cambiar. Esa es la nueva realidad.

jorgewgm@gmail.com

El autor es ingeniero.