Página quince: Escarbemos más adentro

Una diputada pensando mostrar personalidad, en realidad dejó profesión explícita de su menosprecio racial

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Vaya torpedo legislativo. Una diputada inundó un proyecto con mociones sobrecargadas de términos groseros. Verdaderos exabruptos. En saco roto, puso una serie de calificativos desaliñados y el efecto fue el del bumerán.

Un texto recogido por Enrique Gómez Carrillo, hace algo más de cien años, de un «científico» alemán, habla así: «Cuando hayamos acabado de subyugar a nuestros enemigos (…), si algún individuo de esas razas inferiores se atreve a elevar la voz (…) lo destruiremos como un muñeco de barro vil» (En el corazón de la tragedia).

Conozco bastante bien, y por dentro, al pueblo alemán y valoro lo que, entre ellos, no solo en lo literario, se llama die Schuldfrage, la pregunta por la culpabilidad.

No les tengamos miedo a las palabras. Así, por ejemplo, el lema de la Universidad Autónoma de México, «Por mi raza hablará el espíritu», se puede interpretar al filo del racismo; sin embargo, no creo que José Vasconcelos tuviera en mente un complejo de superioridad de su gente.

Volviendo a lo actual, así como la diputada quiso desmontar etiquetas para referirse, entre otros, a la gente negra, pensando mostrar personalidad, en realidad dejó profesión explícita de su menosprecio racial.

Hace unos años, lo mismo que los estudiantes, los tres profesores de un bloque de Estudios Generales en la UCR nos presentamos y directamente afloró el a priori: Nacer Oabbou, el excelente compañero, igual que yo, fue catalogado de extranjero, qué pena, con ese apellido «raro»; y al señalar que era argelino, africano, a los pupilos les surgió un asombro no precisamente aristotélico, porque no era negro, ¡como si todos los africanos lo fueran!

Existe también racismo al revés, como el seguir censurando el libro Cocorí, genial obrita de Joaquín Gutiérrez, que lo deja a uno frío. Valoremos contextos, conozcamos lo que implica el signo literario: el genial hombrecito es nuestro Principito.

En la vida diaria, escarbemos más adentro, en nuestro corazón. En fin, tantos detalles, de actitudes, de palabritas. Más allá del pleito que se armó, al lamentable incidente en nuestra Asamblea, le percibí entonces otra aplicación de Casa tomada, de Cortázar, esta vez, como que nosotros mismos, desde dentro, cercenamos nuestra democracia.

valembois@ice.co.cr

El autor es educador.