Nuestro crónico desaliento

Un amigo sabio, cuya amistad me honra, lo dijo con dolor: ‘El estatismo nos está matando: ICE, Recope, CNP, Japdeva, etcétera’

Este artículo es exclusivo para suscriptores (3)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Ingrese a su cuenta para continuar disfrutando de nuestro contenido


Este artículo es exclusivo para suscriptores (2)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Este artículo es exclusivo para suscriptores (1)

Suscríbase para disfrutar de forma ilimitada de contenido exclusivo y confiable.

Subscribe

Nos movemos en una carretera democrática que aún funciona. Sobran baches y puentes destartalados, pero sobre ella transitamos, hasta ahora, con deslices, es cierto, pero suficientemente satisfechos como para no querer cambiarla por el espejismo de una autopista populista. Subrayo: hasta ahora.

Se anuncian curvas pronunciadas y guindos en los bordes. Se asoman elecciones estrafalarias, con una papeleta XL. No me asusta el número de candidatos que se postulan, como el desconcierto ciudadano que devela. No hay idea fuerza que se formule, no hay azimut que se proyecte, no hay sentido de destino que se ofrezca.

En los 80, inmersos en una crisis semejante, alguien entusiasmó con un nuevo amanecer. El país salió avante, pero no tuvo el coraje de impedir una generación perdida. Hoy, con necesidades avasalladoras, los candidatos del sistema solo saben prometer que no van a tocar esto, que no van a tocar aquello, que no van a tocar nada. Que seguiremos atrapados en este estatismo miserable.

Un amigo sabio, cuya amistad me honra, lo dijo con dolor: «El estatismo nos está matando: ICE, Recope, CNP, Japdeva, etcétera». Son los sospechosos de siempre. Ahora hasta organizan «lobbies» de beneficiarios impropios para ejercer presión indebida en defensa de privilegios execrables. En el caso del CNP, triunfó la desfachatez. El raquitismo moral que cedió entre los «padres de la patria» se encarna en huevos podridos en las escuelas y frijoles con gorgojos en las prisiones.

¿Dónde encontrará asidero el timón que se pondrá al volante? Cuando hay nombres que suenan, merma respaldo institucional e histórico, y cuando este existe, el nombre no arrastra. Y la gente sin brújula. Es un albur.

Las leyes padecen el parto de los montes. Sigue tardando 10 años una ley de generación distribuida y, si se golpean el pecho contra explotación petrolera, ya le estaban dando RCP a Recope. Eso no pasó. Ahora se le abre otro camino al ICE, como si no fuera ya sobradamente ineficiente.

No soy liberal, advierto. En caso de duda, me muevo hacia la izquierda. No la criolla, por supuesto. Pero este país necesita una corrección liberal. Estoy harta de este estatismo contagioso que no tiene vacuna. Se quedó circulando en nuestras venas, una cepa tras otra, hasta convertirse en parte de nuestro crónico desaliento.

vgovaere@gmail.com

La autora es catedrática de la UNED.