Los partidos políticos

Nuestra democracia es tan fuerte o débil, como tan fuerte o débil sean nuestros partidos políticos

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Toda democracia requiere de la participación de todos los miembros de la sociedad. Ese principio es la base de la ética, creatividad, libertad, gobernabilidad y representatividad. La participación política en el desarrollo de las políticas públicas es esencial en toda democracia.

Tenemos que fortalecer la división de poderes, el respeto a los derechos humanos, la libertad de asociación y el voto. En nuestra centenaria democracia, los partidos políticos deben de luchar siempre por la ética, solidaridad, igualdad y justicia. Hoy más que nunca, nuestra sociedad exige partidos fuertes con liderazgo y un continuo mejoramiento.

Toda democracia tiene que evolucionar y adaptarse a las nuevas realidades nacionales y tener una visión clara de cuál debe ser el futuro social, económico, tecnológico y ambiental.

La atomización

Un partido político es algo más que lograr conseguir 3.000 firmas para su inscripción, realizar una asamblea con más de 100 miembros y definir estatutos, nombre, símbolos y un programa elemental. En Costa Rica, tenemos 33 partidos a nivel nacional, 22 provincial y 91 cantonal, para un total de 146. Es un mosaico que para nada contribuye a un mayor debate de ideas y programas. La impresión de papeletas —y colores de banderas— va a requerir de una página de periódico y cada vez va a ser más complejo el conteo y la elección.

Los debates entre los candidatos casi que son imposibles de lograr, debido a la gran cantidad. En las municipalidades y en el Congreso, cada vez se vuelve más complejo lograr acuerdos sobre las soluciones a los problemas tan complejos que tenemos.

Esta proliferación tan compleja, no es más democracia, es más caos. Las exigencias y los análisis de cada programa son cada vez menos profundos. El debate político, ya no es sobre ideas, sino que son ataques frontales sobre cualquier tema irrelevante. La mayoría de los candidatos desconocen cada vez más las leyes y nuestra compleja institucionalidad.

Esta simple estructura legal lo que ha producido es un complejo tejido de “partidos taxi”, que no aportan al fortalecimiento de nuestro sistema político, ya que no existe una asociación permanente de personas que compartan una ideología, principios, doctrinas y valores.

La proliferación de partidos y el escaso control que le permite la legislación al Tribunal Supremo de Elecciones (TSE), está causando un debilitamiento de nuestra ya vulnerable democracia.

La agonía

A partir de los años 60, las crecientes demandas sociales han generado una sobrecarga a nuestra democracia, por los graves problemas sociales y económicos, afectando la subsistencia de nuestra democracia y la agonía de los partidos políticos tradicionales, que no están leyendo los nuevos movimientos sociales.

Cada vez hay menos partidarios fieles a una bandera y el abstencionismo sigue creciendo al lado de un voto cada vez es más volátil.

Nuestro proceso democrático comienza a flaquear, ante la representación de diferentes partidos, que no tienen cohesión, ni un programa definido de prioridades. El voto ya no migra a la izquierda o la derecha, sino a los discursos de líderes populistas, que saben leer los sentimientos de la gran masa de votantes. Cualquier acto de corrupción de algunos dirigentes de un partido político, es severamente castigado por los votantes, ya no existe la impunidad política.

Los partidos políticos tienen que fortalecerse, ya que desempeñan un importante papel en nuestra democracia. La juventud debe acercarse y canalizar sus intereses, ideas y demandas a través de los partidos. Hay que invitar a los ciudadanos a participar responsablemente en la política. Todos debemos ser actores si queremos lograr corregir nuestros problemas.

Hay que lograr una mayor transparencia, reducir la polarización y atraer a la mejor gente a los partidos. No podemos exigir que un partidario tenga, al menos, dos años de participación activa en un partido, para poder aspirar a un puesto de elección. Eso no es una decisión correcta. No son los años de pertenecer a un partido.

No podemos esperar cambios positivos, si no nos involucramos de lleno en los partidos políticos. Es muy fácil decir que hay mucha corrupción y argollas, pero esa es una posición muy cómoda, en una democracia, que exige la participación de los mejores ciudadanos.

Tenemos que lograr fortalecer a los partidos, la participación ciudadana y dar confianza al electorado. El fortalecimiento de las agrupaciones políticas es clave para lograr un debate político de altura, promoviendo la transparencia, la rendición de cuentas, la fiscalización y la exclusión social. Nuestra democracia es tan fuerte o débil, como tan fuerte o débil sean nuestros partidos políticos.

jorge.woodbridge@icloud.com

El autor es ingeniero.