Los costos del cambio climático

El resultado del cambio climático está claro en el costo de la reciente tormenta tropical Nate, que causó derrumbes y dejó comunidades aisladas, muertos, desbordamiento de ríos y casas, puentes y carreteras destruidas

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El clima siempre ha sido variable y, muchos veces, impredecible, pero ahora, debido a las actividades del ser humano, nos encontramos con épocas secas e inviernos más severos. La alta concentración de ciertos gases en la atmósfera genera un efecto de calentamiento similar a un invernadero.

Vivimos cambios climáticos con consecuencias en el patrón de lluvias, inundaciones, sequías, caída en la productividad agropecuaria, incendios forestales, contaminación del aire, daños en las infraestructuras costeras, amenaza a la generación eléctrica y aumento de enfermedades. Ante esta realidad, debemos generar nuevas políticas públicas para mitigar sus efectos. El cambio climático deberá estar como eje central de la planificación del desarrollo nacional.

El sector público y el privado deben proveer mayores recursos para atender los costos adicionales del cambio climático, que ya son parte de la nueva economía que enfrentamos.

El resultado del cambio climático está claro en el costo de la reciente tormenta tropical Nate, que dejó derrumbes, comunidades aisladas, muertos, desbordamiento de ríos y casas, puentes y carreteras destruidas.

Se calcula que para arreglar las vías cantonales destruidas habría que destinar más de la tercera parte de los presupuestos de los municipios afectados. Fue angustiante ver la capacidad de respuesta de la Comisión Nacional de Emergencia (CNE) para dragar ríos, reparar puentes, habilitar vías, reparar viviendas y atender a las comunidades en sus necesidades más apremiantes.

Desafíos. El cambio climático es el gran desafío del siglo XXI. Existe una clara evidencia científica de correlación entre el consumo de energía fósil, el cambio del uso de suelo y las crecientes emisiones de gases de efecto invernadero. Esto significa cambios en los patrones de lluvia, eventos climáticos extremos y aumento del nivel del mar.

Es preocupante que uno de los países que producen mayor contaminación en el mundo, como lo es Estados Unidos, se retire del Acuerdo de París, en cuyo marco se comprometía a reducir sus emisiones de dióxido de carbono (CO2) de un 26 % a un 28 % para el 2025.

De continuar el calentamiento del océano Atlántico, se podría distorsionar drásticamente el clima, así como la gran disminución de las capas de hielo de la Antártida y Groenlandia. Los océanos se están volviendo más ácidos, más calientes y con niveles de oxígeno inferiores.

Un reciente estudio revela que el deshielo de un gigantesco glaciar en la Antártida podría aumentar el nivel del mar entre 2 y 3 metros. El gigantesco glaciar Totten, con una extensión igual a California, se está deshelando a causa de fuertes vientos que desplazan aguas más cálidas, que ascienden desde los niveles más profundos.

Es alarmante que Estados Unidos, afectado recientemente por los huracanes Irma y Harvey, o los incendios ocasionados en California, no reaccione ante una situación climática que en vez de mejorar se deteriora aceleradamente perjudicando la salud, la flora, la fauna, la energía y la economía.

Compromisos. Tenemos que volver a presionar para que todos los países participen en el Acuerdo de París. Solo si todos asumen responsabilidades compartidas lograremos abatir los crecientes impactos del cambio climático. No podemos dejarle el problema a la generación futura. No debemos permitir que entre el 2050 y el 2100 tengamos concentraciones entre 550 partes por millón (ppm) y 650 ppm, esto irreversiblemente significaría de 2 a 3 grados de aumento de la temperatura.

El clima global es un bien público y representa el mayor riesgo mundial. Los impactos del cambio climático a lo largo de este siglo están afectando al sector hídrico, la biodiversidad, la infraestructura y la salud.

Todos los países responsables de esta grave situación deben poner en práctica el uso de tecnologías que reduzcan las emisiones de carbono y variar sus patrones de vida. Las consecuencias son heterogéneas por regiones y los costos económicos siempre serán mayores que la inacción.

Vulnerabilidad. Las áreas más vulnerables se concentran alrededor de las laderas de los ríos y en zonas muy sensibles a derrumbes. Los menos vulnerables son los núcleos de población con mejor infraestructura, mejores servicios básicos y mayores ingresos.

La degradación ambiental, el crecimiento demográfico, la mala planificación urbana, la pobreza, el desempleo y la falta de prevención aumentan el riesgo para enfrentar el cambio climático. De ahí la importancia del fortalecimiento de las capacidades comunitarias, principalmente, en planes de emergencia, identificación de peligros, capacidad de respuesta, reforestación en zonas de alto riesgo, reciclaje, reutilización, reducción de desechos, ordenamiento territorial, alertas, monitoreo, salud, fuentes de agua, buenas prácticas agrícolas, protección de microcuencas, evitar las quemas y utilizar sistemas de riego eficientes.

Carbono neutral 2021. Costa Rica tenía el compromiso de alcanzar la meta de carbono neutral en el 2021, pero por falta de acciones claras no lo logrará. Esto nos exigirá medidas muy estrictas en los próximos años en el control de las emisiones de gases de efecto invernadero, si queremos llegar a la meta en los próximos 15 años. Objetivo que dependerá, en gran parte, de un ordenamiento muy riguroso del transporte público y territorial, manejo eficiente de la generación de desechos y procesos industriales.

No podemos seguir dependiendo del petróleo, que es el disparador de un 70 % de la contaminación. Es el transporte automotor el 75 % de toda la energía que consume el país y cada vez dependemos más de los vehículos para movilizarnos.

Solo con una buena planificación urbana y un excelente transporte público reduciremos las emisiones. Es preocupante que en los últimos cinco años haya aumentado el consumo de combustibles en más del 50 %, con graves problemas ambientales.

Gastamos más de 1,94 toneladas de CO2 por habitante, lo que equivale a 9,5 millones de toneladas de CO2 al año, con altos costos en salud y gastos millonarios por muertes y males respiratorios. Se calcula que, si reducimos la contaminación ambiental de acuerdo con las normas de la OMS, nos ahorraríamos $185 millones al año.

No cabe duda de que Costa Rica tiene mucho que hacer en esta agenda. Las ventajas de reducir las emisiones son importantes debido a nuestra vulnerabilidad y el alto costo económico y social de no actuar. Menos consumo energético, mayor ahorro, diversificar las fuentes de energía e impulsar energías renovables es una tarea prioritaria para el próximo gobierno, lo preocupante es el cómo y con qué recursos.

El autor es ingeniero.