Lo bueno, lo malo y lo feo de los eurobonos

No son la panacea, pero sí un paso para estabilizar la deuda pública

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Luego de un arduo proceso de negociación, el gobierno y los diputados acordaron la aprobación de la emisión de eurobonos por $5.000 millones.

El acuerdo envía una buena señal a la comunidad de inversionistas, especialmente a los internacionales. Las calificadoras de deuda siempre han criticado la poca capacidad que hemos tenido en el país para ponernos de acuerdo con vistas a resolver los principales problemas económicos que nos aquejan.

Parte del problema viene de la manera como interpretamos nuestro sistema democrático, en el que, en muchas ocasiones, se permite que unas minorías obstaculicen el avance de las discusiones. Así lo han hecho diputados en la Asamblea, jueces en las Cortes y pequeños grupos de interés en las calles o en los pasillos de las instituciones.

En la legislatura pasada, vimos una Asamblea en la que, a pesar de estar muy atomizada, los diputados de los diversos partidos consiguieron ponerse de acuerdo para aprobar una gran cantidad de leyes, entre ellas, la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas, que significó un gran paso para afianzar la senda de estabilización de la deuda pública.

Estas son señales de que la vía democrática, a través de la negociación y la conversación entre partes, sigue siendo la mejor manera de resolver los problemas del país. En la negociación de los eurobonos, todas las partes cedieron en algo. Incluso, dentro de lo feo de la política, algunos “peones” salieron sacrificados en el tablero de ajedrez.

Ahora bien, la apuesta de todos creo que siempre fue que el bien mayor del país debía prevalecer. En buena parte, a través de la reducción del costo de financiamiento para el gobierno y de la menor presión en el mercado financiero local, que ayude a liberar recursos para las actividades privadas. Aunque el país también pierde, sobre todo, en competitividad, debido a la apreciación del colón, que se puede incrementar aún más por la masiva entrada de recursos externos.

Tampoco hay que pensar que los eurobonos son la panacea, es decir, que resuelven todos los problemas, como lo han querido pintar algunos. Aún quedan muchas tareas para consolidar la ruta de estabilidad fiscal, que no tienen que ver con cómo se financia el déficit, sino cómo se controla el gasto y cómo se mejora la recaudación. La gran cantidad de recursos externos disponibles no debería apartar a los políticos de esas tareas pendientes.

lmesalles@ecoanalisis.org

El autor es economista.