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Poco se ha podido escuchar en la campaña presidencial de cómo harán los candidatos para resolver los problemas de este país. En parte, por los pocos minutos disponibles en los debates para profundizar en el análisis de temas relevantes. En parte, porque la estrategia electoral más común es la de criticar a los demás en lugar de proponer soluciones concretas y realizables. Más bien, la tendencia es hacer promesas mesiánicas, al estilo de “los que han gobernado hasta ahora no han podido, los otros candidatos tienen muchos defectos, pero yo soy la persona que puede resolver todos los problemas de este país”.

Eso no es nuevo de esta campaña. Los políticos siempre prometen más de lo que pueden cumplir. Y, de alguna manera, esa actitud es la que ha sumido al pueblo costarricense en la desesperanza que se encuentra hoy.

Si analizamos bien la situación económica de Costa Rica, nos damos cuenta de que no estamos tan mal como algunos nos quieren hacer ver. Nuestro nivel de ingreso es ligeramente superior al del promedio para toda Latinoamérica, y mucho más alto que el de Centroamérica. Y eso lo hemos logrado sin tener acceso a la explotación de los recursos naturales.

Costa Rica también es considerada como uno de los líderes en la región desde el punto de vista social. En el Índice de Desarrollo Humano siempre salimos entre los mejores de Latinoamérica. El nivel de pobreza, de alrededor del 20%, es el cuarto más bajo de la región. La distribución del ingreso también está entre las menos desiguales.

Sin embargo, está claro que quisiéramos estar mucho mejor. No está bien conformarse con ser líderes de una región que no es precisamente el mejor ejemplo en cuanto a indicadores económicos o sociales a nivel mundial.

Además, las estadísticas demuestran que la ventaja que teníamos hace unos años, se ha reducido. Llevamos 20 años con muy poco progreso en cuanto a disminución de la pobreza. Mientras que en casi todos los demás países de la región la desigualdad disminuye, en Costa Rica aumenta. El crecimiento económico no se ha traducido en beneficios parejos para todos. Aunque casi todos estemos un poco mejor que hace 20 años, hay unos que están mucho mejor que otros.

La gente se disgusta de gran manera cuando nota esas diferencias. Se genera, además, una gran desesperanza al ver que, en muchos casos, el Gobierno, en vez de ayudar, estorba, y que las promesas de campaña de los políticos nunca se cumplen. Por eso es muy importante esculcar muy bien las propuestas de cada partido en estas elecciones, y así llegar a conocer cuál es el verdadero trasfondo de las ideas de cada uno. Hay que distinguir entre las promesas mesiánicas y las propuestas factibles que nos puedan llevar a una Costa Rica mejor para todos.