Letras de cambio: El futuro no existe para el cortoplacista

Retirar el 100% de la pensión complementaria agravará la pobreza de muchos adultos mayores.

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Tendemos a preferir lo inmediato a lo futuro. Preferimos lo seguro hoy y no lo incierto del mañana. Sin embargo, no siempre es lo mejor. Cuando se trata de prever para la vejez, la prudencia aconseja sacrificar un poco del presente para vivir mejor en el futuro. Se ahorra en la etapa productiva de la vida a fin de poseer algo cuando la capacidad de generar ingresos es limitada.

La mayoría de los costarricenses no se preocupan por alimentar esa buchaca porque piensan que para eso está la Caja Costarricense de Seguro Social. Desde su fundación, la Caja ha brindado una pensión digna a la mayoría de los cotizantes gracias a un impuesto sobre los salarios, pagado por trabajadores y empresarios (de hoy) y no por medio de la creación de un fondo de ahorro nacional.

A lo anterior debe agregársele que la población está envejeciendo. Las familias actuales tienen menos hijos y las personas vivimos más tiempo. Cada vez hay, proporcionalmente, menos gente trabajando para apoyar, financieramente, a los mayores que no generan ingresos.

Como resultado, la pensión de la Caja será, inevitablemente, cada vez más pequeña en proporción a los salarios.

Previendo esa dinámica demográfica, hace unos 20 años fue aprobada la Ley de Protección al Trabajador, en el gobierno de Miguel Ángel Rodríguez. Así, se creó un nuevo pilar dentro del sistema de pensiones: el Régimen Obligatorio de Pensiones, o pensión complementaria.

Este consiste en un ahorro, obligado, que se calcula aportaría cerca de un 20 % del salario promedio de cada trabajador al jubilarse. Es una compensación parcial a la caída de la pensión de la Caja.

Un grupo de diputados presentaron un proyecto de ley que permitiría a los trabajadores retirar el 100 % de su fondo de pensión complementaria al jubilarse. La propuesta se basa en la idea de que “como es mi ahorro y yo puedo administrarlo mejor que las operadoras de pensiones, debo tener la libertad de decidir qué hacer con él”.

Eso suena muy bonito, si no fuera porque los costarricenses tendemos a pensar que “si las cosas fallan, ahí está papá Estado para salvarme”.

Bajo esa premisa, la mayoría de los jubilados gastarán el dinero del fondo complementario para disfrutar el presente, sin guardar nada para el futuro. El problema es que ni la Caja, ni el gobierno, tendrán dinero para salvarlos, lo cual agravará la pobreza de muchos adultos mayores.

lmesalles@ecoanalisis.org

El autor es economista.