Letras de cambio: Desafío fiscal

La solución integral al problema fiscal abarca muchos factores. Por eso tiene opositores por todo lado.

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El presidente electo reconoce que la situación fiscal es el principal problema económico del país. Para solucionarlo, nos dice que su prioridad será la aprobación del plan fiscal que se encuentra actualmente en discusión en la Asamblea.

Dicho plan, según estimaciones del Ministerio de Hacienda, podría reducir el déficit fiscal en cerca del 2 % del PIB. Eso es poco más de la mitad de lo que el Fondo Monetario Internacional ha sugerido que se requiere para solucionar el problema, y de lo que están esperando las calificadoras internacionales de riesgo.

De ese 2 %, la mayor parte viene de los cambios a los impuestos de venta y renta que, siendo muy optimistas, podrían aumentar la recaudación en cerca del 1,4 % del producto interno bruto. Los cambios a la ley de empleo público, en realidad, poco ayudarían a reducir el déficit, ya que el límite que impone sobre las anualidades prácticamente no afecta a los empleados del gobierno central. La regla fiscal tampoco reduciría, por sí misma, el gasto público, ya que únicamente le dice al Gobierno que tome medidas al respecto.

Es decir, aun y cuando la Asamblea apruebe este plan fiscal, apenas se estaría reduciendo el déficit en una tercera parte de lo requerido. El resto de la solución tendría que provenir de medidas que adopte el Poder Ejecutivo, como la que propone el presidente electo, de limitar el aumento del gasto del Gobierno a que sea menor que el crecimiento de la economía.

Hay que tener claro que, para lograr que el gasto crezca a ese menor ritmo, el presidente tendría que, obligatoriamente, limitar el crecimiento de los salarios del sector público. De ahí que, tal y como era de esperar, los sindicatos ya anunciaron una huelga general.

La solución integral al problema fiscal abarca muchos factores. Por eso tiene opositores por todo lado. Algunos porque no quieren pagar más impuestos. Otros porque no quieren que les toquen sus privilegios. Todos quieren que la carga de la solución la lleven “los demás”. Pero, a estas alturas, no tenemos opción. Si no se aprueba el imperfecto plan fiscal, ni se toman medidas drásticas de contención del gasto, se estaría enviando una pésima señal a los acreedores.

Ya ellos están cansados de escuchar que pronto vendrá la solución al problema fiscal, pero esta no se da. El agotamiento de su paciencia nos podría llevar a una crisis de liquidez, con consecuencias catastróficas para el país.

lmesalles@ecoanalisis.org

Luis Mesalles es economista.