Letras de cambio: Control del gasto dejó de ser prioridad

Para el ministro de Hacienda, sus metas son otras y, según Alvarado, a él no le corresponde resolver el problema causado por ‘otros’.

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Hay señales preocupantes de cómo el gobierno del presidente Alvarado está aflojado en el control del gasto. Los resultados fiscales del 2019 son una muestra de ello. Aun excluyendo las erogaciones “no recurrentes”, el gasto sin intereses creció mucho más de lo proyectado. Si bien no es cierta la noticia publicada por otro medio sobre la contratación de 37.000 nuevos empleados por el Gobierno Central, en el 2019, sí hubo un aumento de 3.500 funcionarios durante ese año, es decir, la planilla del Estado sigue creciendo.

En agosto pasado, el presidente Alvarado criticó duramente a las universidades por no querer seguir la regla fiscal. Las instó a apegarse a la disciplina para ayudar a resolver el problema de las finanzas públicas. Sin embargo, ahora es él quien quiere una interpretación más laxa de la regla para, así, no tener el deber de amarrarse la faja más duro.

Reclama que sería un suicidio si se aplica tal como los diputados quieren y exagera cuando dice que tendría que cerrar seis ministerios. Por dicha, ya el Banco Central y la Contraloría aclararon que el cumplimiento de la regla se verifica comparando el presupuesto ejecutado de un año contra el anterior.

El presidente argumenta que el problema no lo creó él, que él no es el gastón y no le toca resolver un problema generado por otros. Dicho de otro modo: no quiere profundizar las reformas que podrían ayudar a controlar mejor el gasto. El ministro de Hacienda, Rodrigo Chaves, ha reiterado que su mandato es mejorar la recaudación de impuestos y reducir la deuda. El control del gasto no es su prioridad, y sobre la reforma del Estado sostiene que no le toca a él.

Puede ser que Alvarado esté experimentando fatiga política. Hay que reconocer que en sus dos primeros años se han aprobado leyes importantes. Pero aún falta mucho para consolidar la solución del problema fiscal. Es necesaria una reforma del Estado para hacer eficiente el gasto público y controlar su crecimiento. Esta tiene oposición fuerte de los sindicatos y buena parte del PAC. Asimismo, es probable que los diputados de oposición sean menos amigables para el gobierno ahora que pasaron las elecciones municipales y empieza la precampaña para las presidenciales.

Parece ser que el presidente no quiere comerse tantas broncas en esta segunda parte de su gobierno. Es una lástima porque la solución del problema fiscal está urgida de mucha disciplina en el gasto.

lmesalles@ecoanalisis.org

El autor es economista.