La ruptura del oficialismo

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La tirantez llegó al punto de ruptura en el partido que llevó a Rodrigo Chaves al poder. Las diferencias ideológicas y personales crecen en medio de un fuego cruzado de reproches.

Desde el principio, resultó evidente que la alianza entre los fundadores del Partido Progreso Social Democrático (PPSD) y el equipo de campaña de Chaves estaba pegada con alfileres.

La bisoña agrupación, fundada en el 2018, prestó su estructura para albergar un proyecto político nacido fuera de su seno, pero que ofrecía la oportunidad de dar mayor visibilidad a su bandera.

Sin embargo, la apuesta tuvo un alto precio. Hoy, queda claro que la artificiosa fusión de dos agendas que en realidad tenían muy poco en común propició la fractura del oficialismo.

El ornitorrinco bipolar llamado PPSD se contorsiona inmerso en una guerra por el control de los órganos internos y las candidaturas para las próximas elecciones municipales.

La prueba más reciente de la tormenta interna que azota a la agrupación es el voto de censura emitido por los legisladores verdiazules contra Luz Mary Alpízar,presidenta del partido y compañera de bancada.

Diputados afines a Chaves señalan a su “compañera de causa” por separarse de la línea de gobierno, de tomar decisiones unilaterales y de reclutar nuevos militantes en las provincias sin tomarlos en cuenta a ellos.

Lo curioso es que algunos de los que se rasgan las vestiduras por la “traición” de su jerarca suelen acudir a las asambleas de una nueva fuerza que se promociona como el “verdadero rodriguismo”.

Dicho partido, gestado dentro de la Casa Presidencial, posiblemente se convertirá en la nueva sede de los acólitos de Chaves, si termina de concretarse la disgregación del PPSD.

En caso de llegar ese escenario, es posible que un bloque de diputados se declaren independientes para convertirse en la punta de lanza del nuevo movimiento chavista en busca de las municipalidades.

Tener al oficialismo dividido en dos sería una experiencia surrealista en el Congreso. De un lado, quedarían uno, a lo sumo dos, congresistas del partido que ganó las pasadas elecciones, pero distanciados de Zapote.

Por el otro, habría un oficialismo a la sombra que, si bien tendría una línea directa con Zapote, desde el punto de vista formal pasaría a engrosar las filas de la oposición. Más enredado, imposible.

rmatute@nacion.com

El autor es jefe de información de La Nación.