La invasión

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Es difícil imaginar a Venezuela como amenaza para la seguridad nacional de los Estados Unidos, pero el presidente Nicolás Maduro dice haber descubierto planes para una invasión norteamericana. Esta vez no se lo dijo un pajarito. Los documentos filtrados llevan por título Venezuela Freedom-2 Operation, pero los simpatizantes del chavismo no tienen razones para preocuparse. El presidente declara a su país preparado para hacer frente a las tropas del imperialismo.

En los últimos años, ninguna capital latinoamericana ha gastado tanto en armamentos como Caracas. Aviones y helicópteros de combate, misiles, tanques y artillería fluyeron desde Rusia a ritmo acelerado a partir del 2011, según el Instituto de Investigación Internacional para la Paz, de Estocolmo. Sus expertos llevan la cuenta del mercado armamentista mundial y uno de ellos, citado por el New York Times, declara inútiles los aviones adquiridos porque “probablemente serían destruidos en tierra durante los primeros 15 minutos de un ataque”.

Uno se inclinaría por creer a los suecos, pero una potencia tan descuidada como para dejar los planes secretos de la invasión en manos de la inteligencia venezolana no puede ser tan formidable como la pintan, sobre todo porque el gobierno de Nicolás Maduro no se distingue por la inteligencia.

Si diéramos crédito a los suecos, Venezuela habría gastado inútil e irresponsablemente los recursos necesarios para adquirir bienes más pacíficos y básicos, muy escasos en el atribulado país sudamericano. En esa línea de razonamiento, un muro de papel higiénico habría sido más útil para la defensa del régimen chavista.

Pero los de Estocolmo pierden toda credibilidad cuando especulan sobre los motivos de tanto absurdo. Los contratos armamentistas –dicen– son fuente de generosos sobornos y en Venezuela impera la corrupción. La insinuación de los europeos es una treta para desviar la atención, tan burda como la de quienes atribuyen a Maduro el propósito de justificar sus arbitrariedades con el fantasma de una amenaza externa.

En todo caso, ahí están los documentos en poder del presidente venezolano. Estados Unidos haría bien si cancela la operación. Maduro sabe por dónde vienen y los espera, preparado, para propinarles una derrota definitiva, como la sufrida por el Imperio romano a manos de los antepasados de Evo Morales. Por otra parte, es fácil comprender la urgencia de la Casa Blanca. Si no actúa de inmediato, Maduro podría caerse solo.